Fundado el 4 de julio de 1899, el Partido Republicano Puertorriqueño tuvo como propósito la anexión de Puerto Rico como un estado federado de los Estados Unidos. Desde su creación, el partido avaló el uso de la bandera y el himno estadounidense como representación de la nación a la que aspiraban pertenecer. Los republicanos no solían tocar La Borinqueña en sus actividades proselitistas, tal vez porque, desde los tiempos de España, esta pieza musical se ejecutaba en los actos de los movimientos que apoyaban la independencia o la autonomía de Puerto Rico. Ya bajo el dominio estadounidense, el uso constante de esta melodía por el Partido Federal y, luego, por el Partido Unión la identificaba exclusivamente con esas colectividades. Lo mismo ocurría con la bandera monoestrellada.
Las turbas republicanas
En la campaña electoral de 1910, el Partido Unión hizo un mitin en Mayagüez, donde se interpretó La Borinqueña. Días después, los republicanos de Cabo Rojo, Añasco, Las Marías y San Germán se reunieron frente a la alcaldía de Mayagüez. Los republicanos levantaban sus sombreros y gritaban: “¡Vivan nuestros hermanos del norte!”. Una banda contratada por el partido tocaba el Himno de Estados Unidos, mientras las turbas republicanas vociferaban: “¡Abajo La Borinqueña!” y “¡Viva el himno americano!”.
Las diferencias ideológicas entre los bandos a favor y en contra de la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos se reflejaban claramente en sus símbolos. Sin embargo, hubo algunas excepciones en las que las turbas republicanas marcharon con La Borinqueña, ya fuese para acompañar a José Celso Barbosa, como para burlarse de la oposición. A modo de ejemplo, en las elecciones de 1900, el Partido Republicano ocupó los pocos escaños que la Legislatura Insular tenía disponibles para los puertorriqueños. Para burlarse de la derrota de sus opositores, las turbas republicanas llevaron por las calles un ataúd que simbolizaba la muerte del Partido Federal, mientras lanzaban fuegos artificiales al compás de La Borinqueña.

Las turbas populares
Casi medio siglo después, los miembros del Partido Popular Democrático (PPD) exhibieron una conducta muy parecida a la de las turbas republicanas. Tras las elecciones de 1948, los populares recorrieron las calles de Ponce cargando dos ataúdes que simbolizaban la muerte de la oposición republicana y del recién creado Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Un popular se disfrazó de sacerdote y otro, de viuda llorona. Las turbas populares simularon rezar un rosario frente a la alcaldía mientras un ciclista arrastraba un gallo muerto amarrado a su bicicleta. Entre quienes se burlaban del PIP había empleados del municipio, uno de ellos era el secretario de la alcaldía, Vicente Ruiz.
Las turbas penepés
Veinte años más tarde, afiliados al Partido Nuevo Progresista (PNP) realizaron una burla similar ante el primer triunfo de su colectividad en 1968. En Ponce, antes de la llegada de Luis A. Ferré para la celebración, seis hombres cargaban a pie una improvisada “camilla mortuoria” decorada con banderas del PPD sobre la que llevaban un muñeco de trapo –el cadáver del PPD– vestido con gabán y corbata. En una caravana, dos automóviles llevaban muñecos vestidos de igual manera. El primero tenía una careta de chimpancé y una bandera del PPD que cubría la parte trasera de la cabeza. Ese iba sentado sobre la capota del vehículo con un letrero que decía: “¡Perdón pueblo!”. El otro muñeco iba acostado sobre el baúl de un carro con un rótulo que decía: “Este es Negrón López. Abajo la pava.”. Luis Negrón López había sido el candidato a la gobernación por el PPD.
Cinco décadas después, durante el escrutinio para la candidatura a la Alcaldía de San Juan en las elecciones del 2020 –un proceso y resultado electoral catalogado por muchos sectores como altamente cuestionable– los seguidores del candidato del PNP, Miguel Romero, pasearon un ataúd dedicado a Manuel Natal, candidato a la alcaldía por el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). También construyeron un ataúd simbólico de cartón al que le escribieron el nombre de Manuel Natal. Ese último lo colgaron en el lugar donde se contabilizaban las papeletas. Todos los periódicos de la Isla reseñaron la hostilidad de los militantes del PNP contra Manuel Natal y el MVC.
En los tres casos –el PPD en 1948, y el PNP en 1968 y 2020– solamente faltó que sonara La Borinqueña para que el vergonzoso comportamiento de afiliados populares y penepés fuese una copia exacta de la conducta hostil de las turbas republicanas en 1900. Tal parece que nada ha cambiado; la historia, lamentablemente, se repite…
En fin, que mientras gran parte de los partidos políticos de Puerto Rico han utilizado La Borinqueña como reflejo del ideal de independencia, como reafirmación de la identidad puertorriqueña o como «jingle», fanfarria o marcha electoral, hubo otros partidos llegaron a usarla como arma para burlarse de la oposición.
La Borinqueña partidista
El libro Cantando La Borinqueña dedica un capítulo completo, titulado “La Borinqueña partidista”, al uso que le han dado a nuestro himno casi todos los partidos políticos de Puerto Rico desde el siglo XIX hasta la actualidad. El relato anterior contiene varios fragmentos de dicho capítulo. En el mismo, se presentan ejemplos de la ejecución de La Borinqueña en actividades del Partido Liberal Reformista (1870), así como en colectividades que surgieron después: Partido Autonomista Puertorriqueño (1887), Partido Liberal Fusionista (1897), Partido Autonomista Puro, Histórico u Ortodoxo (1897), Partido Federal Americano (1899), Partido Republicano Puertorriqueño (1899), Partido Unión de Puerto Rico (1904), Partido Nacionalista (1922), Alianza Puertorriqueña (1924), Coalición Republicana-Socialista (1924), Partido Liberal Puertorriqueño (1931), Partido Popular Democrático (1938), Partido Independentista Puertorriqueño (1946), Partido Nuevo Progresista (1967) y Partido Socialista Puertorriqueño (1971), entre otras organizaciones políticas.
La historia completa de La Borinqueña la encuentras en Cantando La Borinqueña de Mayi Marrero, publicado por Editorial Patria. El libro presenta más de 25 letras diferentes de esta pieza musical, indaga en los orígenes de cada versión, y los usos y significados que el pueblo le ha dado a la pieza. También estudia el proceso legislativo que convirtió la danza en el Himno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Más detalles en este enlace.
