En conmemoración del centenario de la radio en Puerto Rico (1922-2022), este breve ensayo analiza cómo este medio impulsó el mercado musical y la naciente industria discográfica a través de la promoción de artistas y grabaciones.
Orígenes de la radio
Los orígenes de la radio datan de mediados del siglo XIX con la invención del telégrafo por Samuel Morse en 1844. Desde 1901, se había logrado la comunicación sin hilos telegráficos, lo que promovió su uso en embarcaciones. Tras el desastre del Titanic, se comprobó que las líneas de comunicación del SOS fueron interrumpidas por radioaficionados que invadían el aire. Para evitar otra tragedia, el Congreso de Estados Unidos aprobó el Acta de 1912 para conceder al Departamento de Comercio y Trabajo la potestad de aprobar o denegar licencias de transmisión por radio. Para impedir las interferencias, se asignó una frecuencia distinta a cada estación radial. Ese mismo año, la US Navy Radio Station (NAU) instauró su primera estación en San Juan para brindar servicio de comunicación al Gobierno Federal y a los barcos que se acercaban a la costa. Inicialmente, la señal era de onda corta, por lo que no se podía cubrir gran distancia. El invento de Morse fue perfeccionándose hasta lograr la radiotelecomunicación, tecnología utilizada en la Primera Guerra Mundial para comunicaciones en el campo de batalla sin la necesidad de cable. Al culminar la guerra, se liberó su uso para el público en general. En 1920, se estableció la primera estación de radio en el mundo, la KDKA, en Pittsburg. En 1927, se aprobó la Ley que creó la Comisión Federal de Radio. En 1934, se aprobó una nueva ley que creó la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y le otorgó el manejo de licencias y la imposición de multas. La FCC rige hoy día todas las modalidades de comunicaciones en Puerto Rico.[1]
La llegada de la radio revolucionó la industria musical porque impulsó la promoción de la música más allá de los límites de la prensa escrita. La radio brindó al público una mejor difusión de las artes con acceso a la interpretación musical y dramática. Además, la radio llegaba a más personas simultáneamente, lo que la convirtió en un poderoso instrumento de educación, propagación de ideas y difusión de la cultura. En sus comienzos, las estaciones de radio contrataban músicos para que interpretaran piezas en directo. Luego, se hizo común la utilización del disco, ya sea por el alto costo que implicaba la contratación de ciertos artistas, como por la dificultad de conseguirlos. Sin embargo, lejos de afectar a la industria, la difusión de piezas musicales a través de las ondas radiales motivaba a los radioyentes a comprar discos. Con el auge de programas radiales interactivos, donde el oyente podía participar a través de llamadas telefónicas, el consumidor de discos podía preguntar qué música había escuchado, así como realizar peticiones para que tocaran su canción favorita. De igual forma, los artistas visitaban las estaciones de radio y realizaban entrevistas y presentaciones en directo con el fin de promocionar sus álbumes.
La radio puertorriqueña en función de la música (1920s-1990s)
La radio comercial llegó oficialmente a Puerto Rico con el otorgamiento de la licencia federal para el establecimiento de la Radio Corporation of Puerto Rico y su estación WKAQ, ubicada originalmente en el Viejo San Juan. La inauguración de WKAQ fue la noche del 3 de diciembre de 1922, desde el Cine Rialto. La transmisión comenzó con la Orquesta del Cine Rialto, dirigida por Joaquín A. Burset, quien luego se convertiría en Director Musical de la emisora y encargado de la adquisición de grabaciones para la organización de la discoteca de WKAQ. En la noche inaugural de WKAQ cantaron la soprano Isabel Soria y el bajo Antonio Vidal. La pianista Elsa Rivera Salgado tocó una danza. También tocaron el pianista y compositor Rafael Balseiro, así como la pianista Carmen Sanabia de Figueroa y su hijo, el violinista Pepito Figueroa. En 1924, WKAQ circulaba una hoja impresa que presentaba el contenido de su programa radial con los nombres de los artistas, los títulos de las piezas musicales que se tocarían, el género musical y el nombre de cada compositor. Originalmente, WKAQ transmitía una hora a la semana, pero luego fue aumentando el tiempo de programación.[2]
La radio puertorriqueña brindó amplio espacio a la música. A poco más de 25 años de su llegada a la Isla, la programación musical ocupaba más del 50% de las horas de transmisión radial. El pueblo apoyaba la difusión de música y las emisoras recibían peticiones de canciones a través del correo postal y de llamadas telefónicas. Se transmitían programas de música clásica, pero la mayoría de las estaciones daba énfasis a la música popular. Finalizando la década de 1940, las emisoras de la Isla presentaban canciones populares de distintos países, así como valses, danzas puertorriqueñas, décimas, seises, entre otras.[3]
La difusión musical en la radio no necesariamente presentó una bonanza económica para los compositores y músicos. En sus comienzos, la radio logró atraer a intérpretes y grupos de todo tipo: música clásica; dúos, tríos y cuartetos de voces y guitarras; música de bandas, como las de Luis R. Miranda y José Tizol; trovadores; y hasta al reconocido cantante de ópera Antonio Paoli. Sus presentaciones se realizaban “por amor al arte”, o sea, de forma gratuita, pues la radio “era una novedad” y nadie se negaba a participar.Con la proliferación de publicidad a partir de la década de 1930, la radio comercial puertorriqueña comenzó a generar más ingresos, por lo que algunos músicos y artistas empezaron a cobrar por sus servicios. A mediados de siglo, la Federación de Músicos había realizado convenios con las emisoras radiales para proteger los intereses de esta clase artística en sus presentaciones en directo. Sin embargo, todavía no había un acuerdo para reglamentar el uso de las grabaciones fonográficas en programas radiales.[4]
Desde los primeros años de la radio, las grabaciones en discos de laca fueron muy utilizadas. Cada emisora adquiría los discos más solicitados y los difundía en su programación regular. Entre los primeros artistas cuyos discos se escucharon repetidamente en las ondas radiales puertorriqueñas estuvieron Carlos Gardel, Pedro Vargas, el Trío Matamoros, la Orquesta de Carmelo Díaz Soler, Rafael Hernández y su Trío Borinquen, Pedro Flores, la Orquesta Casino de La Playa, Manuel Jiménez ‘El Canario’ y Daniel Santos.
Las emisoras de radio también incursionaron en la grabación de anuncios de servicio público, anuncios comerciales, promociones y temas de programas, con el objetivo de tener un acervo sonoro que facilitara la producción en directo. Se grababan programas a petición del patrocinador o para uso mismo de la emisora en caso de que alguna emergencia impidiera que se pudiese transmitir en directo. Las primeras grabaciones radiales se realizaron en los efímeros discos de laca, con todos los problemas de calidad que dicho formato implicaba. Luego, se experimentó con grabadoras de “alambre” o hilo de metal, tecnología creada por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial que tampoco rindió los resultados esperados. No fue sino hasta la llegada de la cinta magnetofónica que la radio pudo realizar grabaciones de mayor calidad y durabilidad.[5] Podría decirse que a la radio se le debe, en gran medida, haber instaurado el taller para el desarrollo de los primeros ingenieros de sonido en la Isla, así como el inicio del mercado de los estudios de grabación. Por ejemplo, Antonio Ochoa, quien fue ingeniero a cargo de las grabaciones en WIPR, luego fundó su estudio de grabación que por décadas se destacó como el mejor y de más alta tecnología en la Isla.
Crecimiento y saturación
En cuanto al crecimiento de la audiencia radial, puede decirse que fue vertiginoso. Para la década de 1930, había en Puerto Rico unos 4 mil aparatos de radio, lo que se traducía en, al menos, 25 mil radioescuchas. Para 1947, más de 100 mil hogares y negocios en la zona urbana de la Isla tenían radiorreceptores para disfrutar de la programación radial. El aumento en la audiencia motivó la creación de otras emisoras radiales. Entre 1930 y 1940, a la pionera WKAQ se le sumaron cuatro emisoras: una en San Juan, WNEL (1934); dos localizadas en Ponce, WPRP (1936) y WPAB (1940); y otra en Mayagüez, WPRA (1937). Fue en WNEL que Rafael Quiñones Vidal comenzó su programa de artistas aficionados, Tribuna del Arte, donde cantantes como Bobby Capó dieron sus primeros pasos artísticos. Entre 1941 y 1950, llegaron veinte estaciones más, entre estas WIAC (1942), donde laboraron juntos Tommy Muñiz y José Miguel Agrelot, y la “Emisora del Pueblo de Puerto Rico”, WIPR (1949). La llegada de la televisión en 1954 no frenó el desarrollo de la radio; las décadas de 1950 y 1960 fueron de constante crecimiento.[6] En 1967, pueblos del centro de la Isla como Cayey, contaban con su emisora radial, WLEY. De igual forma, la isla municipio de Vieques tenía su estación, WIVV.[7]
Para 1975, estaban en funciones las siguientes emisoras radiales: WKAQ–Radio El Mundo; WAPA Radio; WHOA (en Inglés); WIAC–AM y FM; WUNO en Caguas; WFID–Fidelity; La Gran Cadena (WQBS–AM y FM en San Juan); WORA–AM y FM en Mayagüez; WPRP–AM y FM en Ponce); Radio Aeropuerto; WISA en Isabela; WLUZ–Radio Luz en Bayamón; WBMJ–Radio Rock, una de las pocas estaciones de habla inglesa que desde 1973 empezó a transmitir en español; WRSJ–1560 Radio San Juan; WCAD–FM; WFID–FM; WJIT–Radio JIT; WMDD–AM y FM en Fajardo; WORO–FM en Corozal; WRAI; y WVOZ en Carolina. En 1977, junto a estas emisoras aparecen también: Once Q –Sonorama, en Guaynabo y WTIL Radio Centro. En 1978, se añaden: Estereotempo 99 (WIOB 99.9 en San Juan, WIOA 97.5 en Mayagüez y WIOC 105.1 en Ponce); WKVM de noticias; WOLA, en el edificio Darlington en Río Piedras, y WOSO en San Juan. Para 1979, todas las estaciones mencionadas continuaban operaciones. Se abrían paso entonces dos nuevas emisoras dedicadas a la difusión musical 95-X (WGSX) y Z-93 (WZNT).[8]
Durante la década de 1970, se crearon una veintena de emisoras de radio dedicadas en la mayoría de los casos a la programación de música suave y romántica; luego surgieron otras que difundían con éxito géneros como la salsa y el rock. La saturación de estaciones radiales y la alta competencia empujó a muchas emisoras a especializarse en un género musical solamente y a limitar su presupuesto de producción. El descenso en los presupuestos otorgados por los auspiciadores de programas de radio promovió una baja en la calidad de las producciones. Debido a esto, muchos libretistas, artistas y productores de la radio fueron reemplazados por disc jockeys o –como les llamara Tommy Muñiz– “ponediscos”. La década de 1980 culminó con 112 emisoras radiales en la Isla, la cantidad más alta por milla cuadrada en el mundo. De estas, 67 emisoras estaban en AM (amplitud modulada) y 45 emisoras en FM (frecuencia modulada). La saturación del mercado radial motivó que, a partir de la década de 1990, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) decidiera congelar las licencias para la otorgación de nuevas frecuencias radiales en la Isla.[9]
Notas
[1] José Luis Torregrosa, Historia de la radio en Puerto Rico (s.l. [San Juan]: Asociación de Radiodifusores de PR y Comisión Puertorriqueña para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y Puerto Rico, 1991), 25-32. Ismael Rodríguez Bou, Caminos del aire (Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1951), 4-5, 9-24, 45-48.
[2] Torregrosa, Historia de la radio…, 43-59. Para otros artistas participantes en esos primeros años de la radio, ver Rodríguez Bou, Caminos del aire…, 30-31.
[3] El estudio realizado para la recopilación de estos datos incluyó un análisis de la programación radial de varias estaciones en Puerto Rico durante la semana del 2 al 8 de febrero de 1948. Los resultados de las emisoras WIAC, WAPA, WKAQ y WPAB también reflejaron que la programación musical era mayormente de música popular. Ver tabla de resultados en Rodríguez Bou, Caminos del aire…, 154, 156. La competencia por satisfacer el gusto musical del público radioescucha se refleja en un anuncio de comienzos de la década de 1950, en el que la estación WRIO de Río Piedras, en la frecuencia 1320, comunicaba: “Todos escuchan a RIO-Radio… Líder en Música”. Ver: Autoridad de Comunicaciones de PR. Guía Telefónica (1953), 9.
[4] Torregrosa, Historia de la radio…, 81-96; 106; 220. Rodríguez Bou, Caminos del aire…, xvii.
[5] Torregrosa, Historia de la radio…, 177-178; 209-210; 253; 257-259. Sobre la tecnología de la grabación, ver: Timothy Day, Un siglo de música grabada: escuchar la historia de la música (Madrid: Alianza Editorial-Alianza Música, 2002). Jerónimo Labrada, El registro sonoro (Colombia: Editorial Voluntad, Serie Taller de Cine dirigida por Gabriel García Márquez, 1995).
[6] Rodríguez Bou, Caminos del aire…, 3. Torregrosa, Historia de la radio…, 95. Torregrosa presenta datos específicos de las emisoras radiales creadas en estas décadas.
[7] Autoridad de Comunicaciones de Puerto Rico. Guía Telefónica (1967), secciones Cayey y Vieques. [La guía no tiene las páginas numeradas.]
[8] PRTC. Directorio Telefónico: Área Metropolitana (1975-1976), 392; (1976-1977), 341; (1977-1978), 363; (1978-1979), 377; (1979-1980), 423-424. Se debe considerar que la guía refleja solo los teléfonos de las emisoras sus; no necesariamente se incluye cada una de las subestaciones retransmisoras; o sea, que había más estaciones y programas radiales. Sobre el comienzo de la transmisión en español en WBMJ Radio Rock, ver Agustín Vargas, “Frente artístico,” en La Hora, 26 de julio de 1973, 13.
[9] Torregrosa, Historia de la radio…, 334, 337-348. En Puerto Rico, a las estaciones de radio y televisión se les exige una licencia de la FCC para poder operar.