«Bajo el dominio de España, Puerto Rico tenía una ventaja competitiva sobre Estados Unidos de casi el doble del porciento de exportación versus importación.»
Las relaciones entre Estados Unidos y Puerto Rico no surgieron en 1898, sino que se remontan a más de un siglo antes de la invasión estadounidense a la Isla.[1] En 1778, a causa de la guerra que libraba contra Inglaterra, España concedió autorización a las naciones neutrales a comerciar con sus colonias. Para 1801, instituyó un sistema de licencias especiales para dar acceso al comercio. Estados Unidos fue la nación que más se benefició de esas políticas españolas, pues necesitaba con urgencia la provisión de productos tropicales que no podía adquirir de las colonias inglesas en el Caribe. Desde 1796, el puerto de San Juan recibía buques estadounidenses; y ya para 1803, Puerto Rico exportaba hacia Estados Unidos 263,000 libras de azúcar con un valor de 15,790 pesos.[2]
Cédula de Gracias impulsó exportaciones de PR a EUA
La demanda de azúcar y ron en el mercado estadounidense era de tal magnitud que la producción de Puerto Rico no daba abasto. Ello explica por qué, para la segunda década del siglo XIX, la Junta de Hacienda de la Isla autorizó la introducción de esos productos provenientes de las colonias inglesas con el fin de reexportarlos a Estados Unidos.[3] La Cédula de Gracias, concedida el 10 de agosto de 1815, también tuvo un impacto significativo en la exportación de produtos de Puerto Rico hacia los Estados Unidos. La Cédula tenía como objetivo principal la protección del comercio y la industria, inspirada en el concepto de que esa es la causa que más influye en el poder, riqueza y prosperidad del Estado. Sobre el comercio, la Cédula realizaba varias concesiones de estímulo económico. Entre estas se encuentra la liberalización del tráfico mercantil, haciéndolo directo y recíproco entre España y Puerto Rico en buques españoles. También se autorizaba el comercio recíproco entre la Isla y demás colonias españolas, en buques españoles, pagando solo el 2% sobre el valor de las mercancías; y entre Puerto Rico y naciones amigas de España, por 15 años, con un impuesto de 6%. Los buques extranjeros debían pagar el derecho de tonelaje a razón de 4 reales por tonelada, equiparándose de acuerdo a lo que cada nación exigiera en sus puertos a los buques españoles. En el caso de los Estados Unidos, el derecho era de 8 reales por tonelada.[4]
Con la Cédula de Gracias, la agricultura recibió un gran impulso. Para la tercera década del siglo XIX, la Isla contaba con una producción para consumo interno de casabe, maíz, batatas, ñames, habichuelas, arroz, plátanos, chinas y aguacates. Además, se dedicaban tierras a la crianza de animales, que incluían ganado vacuno, ovejas, cabros, caballos, burros, cerdos, gallinas y pavos.[5] El aumento en la producción para consumo interno fue importante, pues ello liberaba en parte a la Isla del costo de importación de esos bienes de primera necesidad. La producción para exportación también se incrementó, lo que aumentó el valor del comercio exterior de Puerto Rico. Para 1814, su valor era de 484,684 pesos; ya para 1819 su valor se había incrementado en 2,229,677 pesos, un alza de más de un 400%.[6]
EUA compraba más productos de PR que España
Estados Unidos participó activamente en el intercambio comercial con la Isla, convirtiéndose en nuestro principal mercado. La entrada de buques estadounidenses a Puerto Rico aumentó de 172 en 1826, a 268 en 1830. Mientras en 1832, España recibía unas 23,462 toneladas de frutos de la Isla, Estados Unidos compraba 30,080 toneladas. Un año después, España bajó su consumo a 23,085 toneladas, mientras Estados Unidos aumentó su importación de frutos puertorriqueños a 36,707 toneladas.[7]
Para comprender mejor la relación comercial entre Puerto Rico y Estados Unidos durante el siglo XIX es imprescindible comparar el valor de las importaciones y exportaciones entre ambos países. En 1828, la importación de productos de Estados Unidos a Puerto Rico tuvo un valor de 307 mil pesos, mientras que la exportación de la Isla hacia los primeros tuvo un valor de 281 mil pesos. Para 1844, el panorama había cambiado: Puerto Rico importaba productos estadounidenses con un valor de 922 mil pesos, mientras exportaba a EU mercancías valoradas en 2 millones, 470 mil pesos. Casi 40 años después, en 1883, Puerto Rico compraba a Estados Unidos mercancías valoradas en 2 millones, 516 mil pesos; mientras que los estadounidenses invertían 4 millones, 804 mil pesos en productos puertorriqueños, casi el doble de lo que le vendían a la Isla. De esta forma, Estados Unidos se convertía en el comprador número uno de Puerto Rico, seguido bastante lejos por España, Cuba e Inglaterra, entre otros países.[8] En cuanto a la importación por productos se refiere, Estados Unidos fue el mayor importador de azúcar y de miel de caña de la Isla. En 1882, compró el 56% del azúcar y el 89% de la miel de caña exportada por Puerto Rico.[9]
El interés de los estadounidenses por obtener el control del mercado de Puerto Rico puede apreciarse más claramente en el análisis estadístico que realiza James Dietz sobre las exportaciones e importaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos desde 1848 hasta 1930. Bajo el dominio de España, Puerto Rico tenía una ventaja competitiva sobre Estados Unidos de casi el doble del porciento de exportación versus importación. Los productos provenientes de Estados Unidos solo alcanzaron un promedio aproximado del 25% de las importaciones totales de la Isla. Es bajo la ocupación estadounidense que Puerto Rico comenzó a adquirir más del 75% de sus mercancías de Estados Unidos.[10]
Conclusión
Como apreciamos, durante el siglo XIX, el gigantesco desarrollo poblacional e industrial de Estados Unidos demandó cada vez más productos de Puerto Rico. La Guerra Civil estadounidense propició la demanda de azúcar y algodón, entre otros productos nativos. Incluso con la terminación de esta guerra y la caída de los precios del azúcar, la producción y exportación per cápita en Puerto Rico siguió un rumbo ascendente.[11] Es increíble cómo en el Puerto Rico del siglo XIX se alcanzaron niveles de productividad tan altos, a pesar del atraso tecnológico y de las condiciones de vida de los trabajadores. Ahora bien, el crecimiento en el nivel de producción y exportación no debe entenderse como un crecimiento en el desarrollo y bienestar de la sociedad, pues la distribución de la riqueza no era equitativa y la capitalización de la misma tampoco quedaba exclusivamente en manos puertorriqueñas, como ocurre hoy día.
No obstante, la economía estadounidense miró constantemente al Caribe en búsqueda de productos y de la expansión de un mercado cautivo para los suyos. Ello hizo que el dominio comercial y político de Estados Unidos sobre Puerto Rico –y también sobre Cuba– se hiciera cada día más indispensable. El interés capitalista del nuevo imperio se sumó a la incapacidad de España para enfrentarlo, concediéndonos tardíamente la autonomía. Fue solo cuestión de tiempo para que Estados Unidos nos arrebatara la riqueza de nuestra tierra, haciéndonos creer que sin ellos no somos capaces de producir lo suficiente para echar al país hacia adelante. El reto de hoy es vencer el mito; ese será el primer paso para alcanzar el verdadero desarrollo.
Bibliografía
Brau, Salvador. Historia de Puerto Rico. Río Piedras: Edil, 1974.
Cabrera, Gilberto R. Historia económica del comercio y la industria de Puerto Rico. Hato Rey: Fundación Socioeconómica de Puerto Rico, 1980.
Colberg Toro, Jorge. “La verdad sobre el ELA” publicado en El Vocero. 22 de agosto de 2009, 20.
Cruz Monclova, Lidio. Historia de Puerto Rico, Siglo XIX. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970.
De Jesús Toro, Rafael. Historia económica de Puerto Rico. Ohio: South-Western Publishing, 1982.
Dietz, James L. Historia económica de Puerto Rico. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989.
Sánchez Tarniella, Andrés. La economía de Puerto Rico: Etapas de su desarrollo. Madrid: Afrodisio Aguado, 1971.
Notas
[1] Sobre las relaciones de “naciones amigas” entre ambos países, ver el incidente de los estadounidenses en Mayagüez (1777) en Salvador Brau, Historia de Puerto Rico (Río Piedras: Edil, 1974), 162-163.
[2] Lidio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico, Siglo XIX (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970), Vol. I, 12-14. Ver también Gilberto R. Cabrera, Historia económica del comercio y la industria de Puerto Rico (Hato Rey: Fundación Socioeconómica de Puerto Rico, 1980), 16.
[3] Cruz Monclova, Óp. Cit., 65.
[4] Ibíd., 81. Por acuerdo del Gobernador y el Intendente se modificaron los términos y algunos impuestos a productos de Europa, Estados Unidos e islas extranjeras de América.
[5] Cabrera, Óp. Cit. Para detalles ver Tabla 1: “Producción de cultivos para consumo interno de PR (1824-1834)” y la Tabla 2: “Crianza de animales en PR (1824-1834)”.
[6] James L. Dietz, Historia económica de Puerto Rico (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989), 35.
[7] Cruz Monclova, Óp. Cit., 200. Ver también Brau, Óp. Cit., 212.
[8] Ver más información sobre importaciones y exportaciones en Cabrera, Óp. Cit., 232. (Tablas 3 y 4). Nótese que, a pesar de la abolición de la esclavitud en 1873, Puerto Rico siguió aumentando su producción y exportación. Detalles en Brau, Óp. Cit., 243.
[9] Cabrera, Óp. Cit., 233. (Tabla 5).
[10] Dietz, Óp. Cit., 137. (Tabla 2.10). Ver también Rafael De Jesús Toro, Historia económica de Puerto Rico (Ohio: South-Western Publishing, 1982), 69-70.
[11] De Jesús Toro, Óp. Cit., 68-75. Ver también Andrés Sánchez Tarniella, La economía de Puerto Rico: Etapas de su desarrollo (Madrid: Afrodisio Aguado, 1971), 50-51.