En este ensayo se analiza la leyenda El Pirata Cofresí escrita por Cayetano Coll y Toste; ello con el objetivo de conocer cuánto se acerca la ficción a la realidad histórica. El autor narra el ataque que Cofresí hace a un barco danés en 1824, y su captura y muerte en el 1825.
En su breve relato, Coll y Toste menciona el nombre completo del pirata, Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano, y dice que es natural y vecino de Cabo Rojo. Esta información concuerda con las investigaciones históricas que tratan su procedencia.[1] Contrario a otros autores que describen a Cofresí como “rubio y de ojos azules”,[2] Coll y Toste, al narrar el momento de su arresto, asegura que es “un joven altivo, de veintiséis años de edad, robusto, valiente, audaz y de bravo aspecto.”[3] El dato de la edad aparece en las memorias de Pedro Tomás de Córdova,[4] pero no concuerda con documentos históricos más precisos, pues de estos se desprende que Roberto Cofresí nació el 12 de junio de 1791, por lo que en el momento en que se desarrolla la narración realmente contaba con 35 años.[5] Es interesante que Coll y Toste no es el único autor que establece la fecha de nacimiento de Cofresí en 1801; la novela de B.G. Camacho contiene el mismo error e incluso Salvador Brau le resta más años.[6]
Sobre el carácter del protagonista, Coll y Toste destaca el poder que Cofresí ejercía sobre su tripulación. Así lo consta cuando narra que “las órdenes del pirata se cumplieron estrictas”.[7] Sin embargo, deja ver que ese poder sobre su grupo no era ejercido a través de la intimidación, sino del liderazgo, porque el pirata conocía muy bien a cada uno de sus compañeros. Ello se refleja cuando se dice que Cofresí “reunió su gente, llamando a cada uno por su nombre, y les dio sus instrucciones”.[8] Coll y Toste también describe la soberbia y la arrogancia de Cofresí, así como su habilidad y destreza en la navegación:
“Y el arrogante marino ponía la mano horizontal sobre las cejas, como una visera, para enfocar bien su mirada de águila y escudriñar las lejanías del mar. Recibido el catalejo lo tendió diestramente y, cierto de lo que presumía, por sus ojos fulguró un relámpago, y gritó al contramaestre con voz llena de fanfarria:
– Hazte cargo del timón, Galache, que tenemos enemigos a la vista.”[9]
La altivez y arrogancia de Cofresí, así como sus conocimientos en navegación y geografía, son características que se repiten en muchas de las narraciones sobre este personaje. Para apoyar esa descripción se tiende a hacer relación a la nobleza de su procedencia. Se decía que su padre era un conde europeo que tuvo que radicarse en Cabo Rojo tras un duelo en su tierra natal. Otra vez el mito adorna a la realidad. Las investigaciones realizadas al respecto revelan que su padre, Francesco Von Kupferschein, nació y vivió en la ciudad de Trieste, en Austria, localizada a orillas del Mar Adriático. Por su cercanía a Venecia, Trieste era un puerto de libre comercio en el que abundaba la piratería. La familia Kupferschein ostentaba un título de nobleza, pero no eran condes. Francesco era notario en una corte criminal, pero se involucró al contrabando y tuvo que huir de su ciudad natal al ser acusado del asesinato de un colega.
Es importante señalar que Kupferschein había recibido una educación formal y dominaba varios idiomas, entre estos latín, alemán e italiano. Es por esto que se entiende que –gracias a la instrucción recibida a través de su padre– Roberto era un hombre educado y dominaba varios idiomas.[10] De hecho, Pedro Tomás de Córdova en sus memorias hace referencia a unos “documentos escritos en idioma estrangero” [sic] que le fueron incautados a Cofresí durante su captura.[11] Úrsula Acosta entiende que el idioma debió haber sido holandés o danés, por lo que no era fácil de identificar por un español sin la ayuda de un intérprete.[12]
El autor menciona en su leyenda a un grumete llamado Pilichi y al ya mencionado Galache. En la historiografía no encontramos dichos nombres o apodos. Coll y Toste señala que la nave de Cofresí se llamaba “Ana”. En la literatura sobre Cofresí se mencionan muchos nombres como “El Mosquito”, el “Águila Negra” o “María Cristina”, pero el que predomina en esta y otras leyendas es “Ana”.[13] Existe evidencia que indica que Cofresí fue el patrón de un barco llamado “La Ramona” que cargaba maíz de Tallaboa a Cabo Rojo. Además, el barco “Ana” sí existió y estuvo en manos de Cofresí, pero contrario a las versiones de que el barco fue comprado, la realidad es que nuestro pirata se lo robó a Toribio Centeno mientras iba camino a Saint Thomas para entregarla a su dueño, John Low.[14]
En la leyenda, el autor narra el ataque que Cofresí hace a un barco danés que venía cargado de mercaderías desde Nueva York con rumbo hacia Saint Thomas. No se provee la fecha del ataque, ni el nombre del barco o de su capitán, por lo que no se ha podido corroborar el suceso. El autor deja entrever que el ataque se llevó a cabo mar adentro hacia el noroeste de la Isla. Hace mención de los machetes y cuchillos que tenían por armas los tripulantes del “Ana”, así como del hacha de Cofresí. También describe los rifles que la tripulación danesa utilizó en su defensa. El ataque comenzó con un cañonazo del “Ana” y el rápido abordaje de “Cofresí, hacha en mano, seguido de los suyos”. Cofresí mató al capitán de un hachazo, sus compañeros saquearon las bodegas del barco y luego se encargaron de hundirlo.[15] Nuevamente, se destaca el valor del protagonista, un rasgo de carácter que se repite en otras historias.[16]
Coll y Toste señala que la persecución y captura del pirata por las autoridades españolas se dio gracias a la ayuda de los estadounidenses. Así nos narra:
“El comercio de St. Thomas estaba aterrado con las depredaciones de Cofresí. Por fin el gobierno de Washington intervino y dio orden al Almirantazgo de castigar al pirata portorriqueño. Pronto llegó a conocimiento de Cofresí que un barco de guerra norteamericano había venido a ayudar a las autoridades de la Isla para capturarlo o destruirlo. Entonces abandonó sus correrías por aguas del Atlántico y se pasó al mar Caribe.”[17]
No es sorprendente que Coll y Toste brinde protagonismo a los Estados Unidos en la captura del pirata. La leyenda, al igual que la historia, no está exenta de la influencia del dominio político del momento. Ejemplo de ello es la versión de Córdova bastante diferente sobre los mismos hechos:
“El resultado feliz de la captura de estos criminales, tan luego como pusieron los pies en la tierra, acredita el tino, acierto y sabiduria con que se habian dictado las ordenes anteriores y prueba la energía y el vigor del gobierno de la Isla para reprimir, contener y castigar a todos los desgraciados que se atrevan a perturbar el orden o se dejen escarriar con ideas estraviadas. La velocidad con que S.E. nuestro gobernador y Capitan general ha hecho llevar esta causa, que se presentaba bastante complicada, a su conclusion en un termino tan breve, observandose con la mayor escrupulosidad todos los tramites y formulas que prescriben las leyes, prueba que aunque naturalmente dulce, humano y compasivo, es recto, firme y justiciero…”[18]
Para finalizar su leyenda, Coll y Toste narra que Cofresí atacó a una nave estadounidense y le propinó un cañonazo, pero tuvo que huir. Al llegar a tierra, los piratas enterraron el botín y trataron de escapar por diferentes vías; ahí son perseguidos y capturados por milicias españolas. Dice que Cofresí tenía una tripulación de quince marinos y que “once de aquellos desgraciados” que habían sobrevivido la captura fueron pasados por las armas en la mañana del 29 de marzo de 1825. Añade que el fusilamiento se llevó a cabo en los terrenos del Morro, frente a una multitud y de manos del Regimiento de Granada. Según el autor, los cadáveres estuvieron “expuestos al público 24 horas para escarmiento de malhechores” y los Hermanos de la Caridad les dieron sepultura en el cementerio Santa María de la Magdalena.[19]
Sobre estos hechos, Salvados Brau narra que la captura de Roberto Cofresí en la costa de Guayama se dio gracias a la ayuda de la tripulación de la goleta estadounidense Grampus. Añade Brau que el suceso aconteció el 29 de marzo de 1825 y que Cofresí fue arrestado junto a otros 10 piratas. Destaca, además, que la rapidez con que se llevó a cabo el proceso no dio espacio a investigaciones. Contrasta el acelerado ajusticiamiento de Cofresí con el del pirata portugués Almeida, a quien sometieron a juicio durante 4 años antes de condenarlo.[20]
La única referencia encontrada en la Historia de Puerto Rico de Lidio Cruz Monclova sobre Roberto Cofresí es cuando narra la campaña intensa que Miguel de la Torre llevó a cabo en las costas de la Isla logrando apresar varios piratas.[21] Luis M. Díaz Soler explica que, tras el arresto de Cofresí, este y sus acompañantes fueron conducidos primeramente a las autoridades de Ponce y luego a San Juan, donde fue ejecutado por un destacamento del Regimiento de Granada.[22] Úrsula Acosta señala que la muerte de los piratas fue un día antes de lo que se ha establecido oficialmente y que aún se ignora el lugar exacto de la ejecución.[23]
La leyenda El Pirata Cofresí de Coll y Toste, aunque breve, cuenta con muchos datos históricos respaldados por las fuentes existentes hasta el momento de su creación. La narración concuerda en gran medida con las memorias de Pedro Tomás de Córdova, aunque difiere en el protagonismo que brinda a la participación norteamericana durante la captura del pirata. En ese punto podría decirse que se basó en la historia de Salvador Brau. Los errores más evidentes se dan en las fechas de nacimiento y defunción del pirata, pero hay que comprender que se advino a conocimiento de esa información tras la investigación de fuentes primarias realizada en el último cuarto del siglo XX. Creo que si se le compara con el Cofresí de Tapia o con el Águila Negra de Camacho, la leyenda de Coll y Toste no se separa tanto de la realidad histórica. El autor creó un personaje más histórico que mítico.
Datos biográficos de Cayetano Coll y Toste (1850-1930)
Cayetano Coll y Toste nació en Arecibo. Estudió con padres jesuitas y, en 1868, terminó su Bachillerato en Artes. Se trasladó a Barcelona para estudiar Medicina; allí presidió la “Tertulia Antillana de Amigos de la Ciencia”. Se graduó en 1875 y regresó a Puerto Rico, estableciendo su práctica en su pueblo natal. Fue miembro de la Junta de Instrucción Pública de Arecibo y Director del Hospital Monserrate. En 1891, se trasladó a la Capital, donde laboró como médico forense de la Real Audiencia Territorial. Realizó investigaciones sobre la fiebre amarilla y el cólera. Fue periodista, poeta, ensayista e historiador autodidacta. Dirigió el Ateneo Puertorriqueño y la Sociedad de Escritores y Artistas.[24] Fue Delegado de la Cámara por el Partido Republicano Puertorriqueño de 1900 a 1902.[25] Perteneció al Partido Liberal y al Unionista. En 1912, a la muerte de Salvador Brau, Coll y Toste se convirtió en Historiador Oficial de Puerto Rico.
Por la vitalidad intelectual de su obra histórica y su objetividad se le ubica en la escuela científica crítico-erudita.[26] Por otro lado, en su obra literaria se reflejan características románticas, como la exaltación a los mitos y fantasías, así como el interés por temas con base histórica.[27] Escribió Crónicas de Arecibo y Memoria sobre el aspecto general de la población en 1797. En 1894, publicó Colón en Puerto Rico; en 1897, Prehistoria de Puerto Rico; en 1909, La instrucción pública en Puerto Rico hasta 1898; y entre 1924 a 1925, Leyendas puertorriqueñas. Dirigió el periódico La Semana Política (1906) y Plumas Amigas (1912). Su obra de más trascendencia fue el Boletín Histórico de Puerto Rico, publicado entre 1914 y 1927.
Bibliografía
Acosta, Úrsula. Cofresí y Ducoudray: Hombres al margen de la historia. Río Piedras: Editorial Edil, 1991.
Brau, Salvador. Historia de Puerto Rico. Río Piedras: Edil, 1974.
Camacho, B.G. El Águila Negra o Roberto Cofresí: Intrépido pirata puertorriqueño, terror de los navegantes. Ponce: Tip. Camacho, 1934.
Coll y Toste, Cayetano. “El Pirata Cofresí” en Selección de leyendas puertorriqueñas. Barcelona: Ediciones Rumbos, 1962, 91-95.
Córdova, Pedro Tomás de. Memorias geográficas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1968. Tomo IV.
Cruz Monclova, Lidio. Historia de Puerto Rico, Siglo XIX. 6ta edición. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970. Vol. 1.
Díaz Soler, Luis M. Puerto Rico: Desde sus orígenes hasta el cese de la dominación española. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995.
Fernández Valledor, Roberto. El mito de Cofresí en la narrativa antillana. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1978.
García, Gervasio Luis. Armar la historia: La tesis en la región menos transparente y otros ensayos. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989.
Gutiérrez del Arroyo, Isabel. Historiografía puertorriqueña: Desde la Memoria de Melgarejo (1582) hasta el Boletín Histórico (1914-27). San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1957.
Hostos, Adolfo de. Diccionario histórico bibliográfico comentado de Puerto Rico. Barcelona: Academia Puertorriqueña de la Historia, 1976.
Melón de Díaz, Esther M. Puerto Rico: Figuras del presente y del pasado (y apuntes históricos). Río Piedras: Edil, 1972.
Tapia y Rivera, Alejandro. “Cofresí” en Obras Completas, Vol. I, novela. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1968.
Universidad de Puerto Rico. Antología de lecturas, 3ra ed. Vol. I. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1979.
Notas
[1] Roberto Fernández Valledor, El mito de Cofresí en la narrativa antillana (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1978). Ver genealogía y partidas de bautismo y defunción de toda su familia, 126-138. Para un árbol genealógico más completo, que incluye los antecedentes europeos por la vía paterna hasta el siglo XVI, véase Úrsula Acosta, Cofresí y Ducoudray: Hombres al margen de la historia (Río Piedras: Edil, 1991), 99-106.
[2] Fernández Valledor, Óp. Cit., 76.
[3] Cayetano Coll y Toste, “El Pirata Cofresí” en Selección de leyendas puertorriqueñas (Barcelona: Ediciones Rumbos, 1962), 94.
[4] Pedro Tomás de Córdova, Memorias geográficas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1968), Tomo IV; 348.
[5] Fernández Valledor, Óp. Cit., 130.
[6] B.G. Camacho, El Águila Negra o Roberto Cofresí: Intrépido pirata puertorriqueño, terror de los navegantes (Ponce: Tip. Camacho, 1934). Véase también: Salvador Brau, Historia de Puerto Rico (Río Piedras: Edil, 1974), 211. Brau dice que Cofresí tenía 23 años al momento de su arresto.
[7] Coll y Toste, Óp. Cit., 91.
[8] Ibíd., 92.
[9] Ibíd., 91-92.
[10] Acosta, Óp. Cit., 23-38.
[11] Córdova, Óp. Cit, Tomo IV; 343.
[12] Acosta, Óp. Cit., 45-46.
[13] Fernández Valledor, Óp. Cit., 79-80. Ver Alejandro Tapia y Rivera, “Cofresí” en Obras Completas, Vol. I, novela. (San Juan: ICP, 1968). Tapia cuenta que el primer barco de Cofresí fue el “Santo Cristo” y que luego se apoderó de “Ana” y le cambió el nombre a “El Mosquito”. Ver también a Camacho, Óp. Cit. En esta novela se dice que el primer barco de Cofresí fue “Delia”, luego tuvo a “Eva” y, finalmente, a “María Cristina”.
[14] Acosta, Óp. Cit., 57 y 73. Ver también a Córdova, Óp. Cit., 343.
[15] Coll y Toste, Óp. Cit., 92-93.
[16] Fernández Valledor, Óp. Cit., 95-96.
[17] Coll y Toste, Óp. Cit., 93.
[18] Córdova, Óp. Cit. Tomo IV; 349.
[19] Coll y Toste, Óp. Cit., 94-95.
[20] Brau, Óp. Cit., 211.
[21] Lidio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico, Siglo XIX (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970), Vol. 1; 193.
[22] Luis M. Díaz Soler, Puerto Rico: Desde sus orígenes hasta el cese de la dominación española (Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995), 420-421.
[23] Acosta, Óp. Cit., 45-46.
[24] Adolfo de Hostos, Diccionario Histórico Bibliográfico Comentado de Puerto Rico (Barcelona: Academia Puertorriqueña de la Historia, 1976), 275-278.
[25] Esther M. Melón de Díaz, Puerto Rico: figuras del presente y del pasado (y apuntes históricos), (Río Piedras: Edil, 1972), 66-67.
[26] Isabel Gutiérrez del Arroyo, Historiografía puertorriqueña: desde la Memoria de Melgarejo (1582) hasta el Boletín Histórico (1914-27), (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1957), 19-21 y 24.
[27] Universidad de Puerto Rico. Antología de lecturas, 3ra ed. (Río Piedras: Editorial Universitaria, 1979), Vol. I; 427-428 y 437-438.