Manuel Moreno Fraginals: «El ingenio»

El interés en la narración histórica a partir del análisis de la economía en la cual se manifiesta conforma la base de la llamada Nueva Historia.[1] Esta tendencia historiográfica del último cuarto del siglo 20 definitivamente cambió la manera en que los investigadores comenzaron a aproximarse a los fenómenos sociales, políticos y culturales. En esta línea se encuentra el libro El ingenio: complejo económico social cubano del azúcar de Manuel Moreno Fraginals. En el mismo, el autor parte de la premisa de que para interpretar correctamente la historia hace falta primero la realización de un estudio profundo de la economía en la cual se desenvuelven los hechos.[2]

La publicación de 2001 recoge en un solo volumen la reedición de los Tomos I y II, editados previamente por la UNESCO, en 1964, y por la Editorial La Habana, entre 1977 y 1978. El libro es el resultado de 22 años de investigación histórica. Hay que tomar en cuenta que su autor laboró durante 10 años en áreas técnicas y económicas de la industria, por lo que su enfoque refleja una profunda conciencia administrativa. La primera edición fue traducida al inglés y recibió el Premio Clarence H. Haring de la American Historical Association en 1982. El libro ha sido traducido también al japonés, portugués y, algunas partes, al francés.

En la introducción, el autor expone que su trabajo pretende “analizar el desarrollo histórico del azúcar cubano en sus principales facetas”. Presenta la producción de azúcar como elemento principal de la economía que dominó por casi dos siglos en Cuba, situándola dentro de la estructura del mercado mundial de dicho producto.

El libro está dividido en nueve capítulos que recorren el desarrollo de la industria del azúcar desde el siglo 18 hasta la tercera década del siglo 20. En el primer capítulo, titulado “El camino hacia la plantación”, Moreno Fraginals nos expone que Cuba vivió hasta mediados del siglo 18 al margen de la economía de la plantación. En comparación con el resto de las Antillas españolas, inglesas, francesas, holandesas y danesas, Cuba poseía las condiciones más óptimas para la siembra del azúcar: tierras fértiles y costeras, con acceso a los puertos; bosques para la materia prima de construcción de máquinas y de suministro de leña para la zafra; ganado abundante como fuerza motriz del ingenio; y, por último, instrumentos de trabajo. Sin embargo, la isla no contaba a comienzos del siglo 18 con la suficiente mano de obra para poder alcanzar el desarrollo pleno de la industria azucarera. Moreno Fraginals procede entonces a explicar la fórmula: “azúcar + ingleses + Cuba”, que se dio con el Tratado de Utrecht (1713-1714), a partir del cual comienza el suministro constante de negros para satisfacer la demanda de brazos, lo que por ende trae el aumento en la producción de azúcar. Así vemos cómo se consolidó la relación azúcar-esclavitud.

En el segundo capítulo, “Del trapiche a la gran manufactura”, Moreno Fraginals explica que, para 1760, la meta de la naciente sacarocracia cubana era poder alcanzar la posición de mayor productora de azúcar en el Caribe, puesto que ocupó Haití durante gran parte del siglo 18, pues la colonia francesa llegó a abastecer el 50% del mercado libre mundial. El autor señala los factores de crecimiento económico experimentados desde 1760 hasta el fin del siglo. El primero fue el aumento en la fuerza de trabajo a través de la importación de mano de obra esclava y de una mayor explotación de ésta. Otro factor fue la tierra, que comenzó a sembrarse más intensamente, lo que disminuía su fertilidad, dando paso a su eventual abandono para la ocupación de nuevas tierras. El financiamiento de comerciantes y hacendados, entre los que había extranjeros, promovió la inversión en nuevos trapiches. El autor presenta una interesante descripción de los diversos tipos de trapiches y otra maquinaria a la que los productores tuvieron acceso mediante financiamiento. Por último, no debemos olvidar que el mayor factor de crecimiento fue la coyuntura internacional, en la que se destaca el nacimiento de los Estados Unidos y la Revolución Haitiana. Ello creó por un lado, una mayor demanda de azúcar y, por otro, un alza en los precios, lo que expandió las oportunidades de crecimiento para el azúcar cubana. Moreno Fraginals llama a la última década del siglo 18 la “primera danza de los millones”, y nos dice que dicho boom promovió en Cuba el abandono de cualquier actividad que no estuviese vinculada al azúcar. Escaseó la comida, al no promover la siembra de frutos de subsistencia, y los esclavos, mal alimentados y sometidos a jornadas de 20 horas diarias, morían por millares. La primera danza de los millones se convirtió así en “trágica danza de miseria en las clases humildes”.[3]

El tercer capítulo, “La crisis de la súperestructura, 1792-1819” trata de la proliferación de instituciones creadas para sostener la estructura económica e ideológica de la clase hacendada azucarera. Entre estas estaban la Real Sociedad Patriótica, controlada por los intelectuales, y el Real Consulado, dominado por los productores criollos. Dichas organizaciones no necesariamente representaban los intereses de la alta sociedad azucarera, sino a un puñado de sus miembros. Es entonces cuando Francisco de Arango y Parreño, hacendado, comerciante y funcionario colonial, considerado la figura máxima de la sacarocracia criolla, concibe la creación de una Junta de Fomento como organismo legal y bancario dirigido a satisfacer las necesidades de los productores. La autoridad Real no aceptó la Junta, pues se veía como un organismo autónomo dentro de la organización colonial. Moreno Fraginals nos habla también de la relación Iglesia-ingenio. Hace un recuento de los nombres de los ingenios y de los cañaverales, en los que abundaban las referencias a santos. Algunos ingenios tenían capillas, otros no. La religión robaba horas productivas, pero a su vez podía frenar la rebeldía negra. Otro de los choques religiosos fueron los entierros, que empezaron a llevarse a cabo en cementerios dentro de los ingenios, lo que restaba ingresos a la Iglesia. Los ingenios tampoco cumplían con los diezmos correspondientes a sus cosechas, que debían ser enviados a la Iglesia. La crisis de la súperestructura se evidencia de forma más latente con el crecimiento de la burguesía criolla. Esta clase estaba muy consciente de que el éxito económico de la vida azucarera no había sido importado desde España, sino forjado en Cuba. El autor establece que el azúcar separó al habanero de la metrópoli.

El cuarto capítulo, “La expansión y la transformación del medio, 1800-1860”, presenta cómo la expansión de los cañaverales reubicó los núcleos de producción e intercambio. Los nuevos ingenios, en vez de buscar su localización tierra adentro, se movían cerca de los puertos, pues así se economizaba gran parte de los costos de transportación. Esto promovió no solo la transformación ambiental del paisaje, sino también las características humanas de cada zona. Moreno Fraginals procede a enumerar detalladamente los ingenios que fueron creándose y la ubicación de los mismos. Destaca que hasta finales del siglo 18 no existió una noción de unidad insular. Los productores, en especial los que estaban peor ubicados, comenzaron a promover la construcción y acondicionamiento de caminos para acarrear el azúcar. Se promueve asimismo, la utilización de los ríos como vías de transporte y, finalmente, la integración del ferrocarril. Moreno Fraginals asegura que fue esta máquina de hierro, y no el trapiche de vapor, la que realmente revolucionó la producción del azúcar en Cuba. El capítulo culmina con un análisis de las consecuencias ambientales de la sobreproducción azucarera: la muerte del bosque y, con ella, la muerte de la fertilidad de la tierra.

En el quinto capítulo, “Un paréntesis técnico económico, 1800-1860”, Moreno Fraginals brinda una información técnica muy interesante, no solo para comprender la economía del azúcar, sino para entender mejor su relación con la esclavitud. El autor describe minuciosamente cada uno de los tipos de ingenio que se utilizaban en la producción: el trapiche, el ingenio de fuerza motriz animal, el semimecanizado y el mecanizado. Explica cómo esa tecnología influyó en la capacidad de producción, y cómo la modernización de las máquinas no necesariamente significó menos explotación de la mano de obra. Procede a describir de forma muy detallada las características de las variedades de caña, así como las diversas técnicas para su siembra y corte. Asimismo, habla de la producción de combustible, ganado y cultivos de mantenimiento como industrias de apoyo muy necesarias para el éxito de la economía azucarera. Finalmente, describe los procesos finales de la producción de azúcar: el molino, la casa de las calderas, los controles técnicos, la casa de purga, el secado y la selección.

El sexto capítulo, titulado “El mercado de brazos, 1790-1860”, presenta la manera en la que estaba constituida la fuerza de trabajo. Moreno Fraginals explica cómo se desarrolló la trata negrera en el mercado legal desde 1792 hasta 1820. Luego, expone las formas en que se llevó a cabo la trata ilegal, desde 1821 hasta 1850. Narra cómo los negreros ingleses, al verse imposibilitados de seguir con su negocio a causa de la prohibición de Inglaterra, comenzaron a brindar servicios de asesoría a los españoles que querían entrar al negocio. Sorprende en gran medida la cantidad de esclavos que entraban tanto legal como ilegalmente, y todavía más, la participación de hacendados en el negocio de la trata. Los Estados Unidos fueron grandes suplidores de esclavos para Cuba, pero durante la guerra civil norteamericana se afectó el mercado. Es entonces que Cuba comienza la introducción de obreros asalariados. Entre estos se destacaron los irlandeses y los “isleños” (procedentes de las Canarias) que se dedicaron a la construcción de vías para trenes. Se intentó la trata de blancos con la introducción de trabajo asalariado para catalanes y gallegos, pero los obreros finalmente encontraban tareas mejores remuneradas que el trabajo en el ingenio. Hubo proyectos de colonización de polinesios, hindúes, yucatecas, indígenas de Colombia y egipcios, pero no dieron buenos resultados. También se trató de establecer un régimen de trabajo forzado, como la libreta del jornalero en Puerto Rico, pero tampoco rindió los frutos esperados. El último intento con relativo éxito fue la inmigración de culíes chinos, asalariados altamente explotados que eran ubicados, en su mayoría, en los ingenios mecanizados.

En el séptimo capítulo, “Trabajo y sociedad”, el autor plantea que la seguridad de la empresa se basaba en la simplicidad de su estructura social, su carácter carcelario y la incomunicación de sus miembros. A ello se debe la variedad de orígenes de los esclavos en cada ingenio; los grupos de trabajo nunca se conformaban con negros del mismo origen cultural o tribal. Esa diferencia en el idioma y formas dialectales, además de la religión, traía incluso sentimientos de hostilidad mutua. Resulta interesante cómo en Cuba, a diferencia de otras colonias, se promovió ese divisionismo a través del respaldo a las manifestaciones culturales. Esto se llevó a cabo en los cabildos o asociaciones urbanas de carácter religioso y cultural constituidas y legalizadas por el gobierno con el objetivo de obstaculizar la formación de un cuerpo social solidario. El esclavo era considerado un equipo o maquinaria del ingenio, desprovisto de personalidad. Su nacimiento y muerte, compra y venta se registraba en los libros de contabilidad como parte de los activos de la empresa. Con el mantenimiento adecuado, los esclavos rendían una determinada productividad/zafra y una duración promedio. Como se hace con las máquinas, a los esclavos se les calculaba su depreciación que podía ir de un 3% a 10% anual.

En los ingenios también se utilizaron modelos de control de producción basados en la doctrina de eficiencia de Adam Smith. Se llevaban a cabo informes sobre la división del trabajo, así como resúmenes de las tareas semanales para poder comparar el nivel de productividad de cada equipo y de cada esclavo. Las jornadas de trabajo podían ir desde 15 horas hasta 22 horas al día. Ello explica por qué en mucha literatura de la época se expresa que los esclavos trabajaban como “dormidos” o “idiotizados”, lo que resta sentido al principio de búsqueda de eficiencia en la empresa. Por último, el autor destaca la relación sexo-producción en la que la explotación de tipo carcelario, sumada a la escasez de mujeres, liquidó la actividad sexual normal o la desvió hacia otras formas. Sin embargo, a medida que avanzó el siglo 19, y con el aumento en el precio de los esclavos, los hacendados comenzaron a invertir en mujeres para poder reproducir su mano de obra. En el capítulo se concluye que una plantación no era una sociedad, sino una empresa económica, por lo que las relaciones entre sus individuos se darían de forma accidentada y siempre en beneficio del empresario.

En el octavo capítulo, “Un paréntesis comercial”, Moreno Fraginals analiza detenidamente el comercio del azúcar desde 1788 hasta 1873. Divide este tiempo en tres etapas que se repiten en diversos períodos: la etapa de estructuración del nuevo orden económico comercial (1788-1792 a 1869-1973); la etapa del agotamiento de las posibilidades productivas de la plantación esclavista (1815-1819 a 1838-1842); y la tercera etapa de crecimiento y crisis definitiva (1838-1842 a 1869-1873). El autor presenta la relación económica entre Cuba, Inglaterra, Estados Unidos y Francia. Además, destaca cómo las barreras proteccionistas en Europa, en favor del azúcar de remolacha, afectaron el comercio del azúcar de caña. Moreno Fraginals enriquece grandemente la información presentada mediante la utilización de gráficas y tablas comparativas sobre el comercio exterior de Cuba en diversas épocas.

En el último capítulo, “Economías y sociedades de plantaciones en el Caribe español, 1860-1930”, Moreno Fraginals presenta, a modo de resumen, los cambios enfrentados por la economía azucarera, tanto en sus etapas de producción como en su comercio. Explica que los modos de producción cambiaron debido a la adquisición de nuevas tecnologías, que no sólo alteraron la calidad del producto, sino también la forma de mercadearlo. La utilización de maquinaria más complicada, requirió a su vez mano de obra especializada y una supervisión más eficiente. La abolición de la esclavitud y la incorporación de una naciente clase obrera modificaron las relaciones sociales y laborales dentro de la plantación. El autor presenta un resumen de la producción del azúcar de 1900 a 1930 no solo en Cuba, sino también en Puerto Rico y la República Dominicana. Resulta muy interesante la relación que establece entre el crecimiento de la producción azucarera y la intervención militar y económica de los Estados Unidos en cada una de las islas. Divide luego la historia azucarera de Cuba y Puerto Rico en 3 etapas: la del sistema primitivo de empresa agrícola y esclavista; la de “división del trabajo” en la que coexistían centrales que sembraban y procesaban su propia caña y además compraban el producto a las fincas productoras; y la etapa de intervención e inversión industrial de los Estados Unidos, en la que los productores de caña se vieron obligados a vender sus tierras a las grandes centrales. Moreno Fraginals procede entonces a analizar los resultados de ese intervencionismo en términos de las luchas obreras y políticas que se desencadenaron tanto en Cuba como en Puerto Rico.

Por último, el libro contiene 3 apéndices muy interesantes. El primero consta de las series estadísticas fundamentales que utilizó el autor para su análisis. Se puede acceder a estadísticas mundiales de producción de azúcar. Hay información de la exportación de productos desde 1760 hasta 1900. Se presenta la producción cubana de azúcar delimitada por zonas geográficas desde 1826 hasta 1967. También hay datos sobre el valor de las zafras desde 1845 hasta 1894; y el comercio entre Cuba y Estados Unidos, desde 1821 hasta 1900.

El segundo apéndice es un glosario de la manufactura esclavista, donde se puede aprender las diferentes partes del trapiche y de otras máquinas e instrumentos utilizados en la producción de azúcar. También contiene términos utilizados para definir los puestos de trabajo, las medidas de empaque y las diferentes tareas que se llevaban a cabo en el ingenio. El tercer apéndice es una extensa y útil bibliografía azucarera.

El valor del libro no solo está en lo detallado de su narrativa histórica, sino en los instrumentos analíticos utilizados. El autor presenta los datos de forma muy organizada en tablas, gráficas e, incluso, ilustraciones que ayudan al lector a comprender el andamiaje administrativo del ingenio. El autor recalca la importancia de las estadísticas en la economía cubana del azúcar y destaca que Cuba dictaba las pautas a la metrópoli en cuanto a informes estadísticos se refiere.

El trabajo de Manuel Moreno Fraginals establece que la esclavitud fue un mecanismo utilizado para intentar resolver los problemas de eficiencia y efectividad empresarial. De esta forma, el fenómeno social de la esclavitud se presenta como uno de los factores de producción de ese sistema económico. El entendimiento del mundo del ingenio nos ayuda a romper con los mitos de la esclavitud que plantean que había “hacendados buenos” y “hacendados malos”. Así lo expone el autor:

“Es absolutamente inaceptable la interpretación de que los hacendados criollos eran más humanitarios que los extranjeros: ésta es una leyenda creada por la sacarocracia en defensa de su esclavismo. El sistema de explotación esclava es uno y sus normas se aplicaron de modo general. Las leyes de humanidad no influían en el negocio.”[4]

Como vemos, Manuel Moreno Fraginals realizó en El Ingenio un exhaustivo estudio del desarrollo de la industria azucarera en Cuba, y de la esclavitud como un fenómeno económico con fuertes repercusiones sociales. Opino que el autor cumplió cabalmente su objetivo primordial: llevar la historia de Cuba de la especulación literaria al análisis econométrico.[5]

Datos biográficos de Manuel Moreno Fraginals:

Manuel Moreno Fraginals (La Habana, 1920 – Miami, 2001) fue Licenciado en Derecho Administrativo y Doctor en Leyes de la Universidad de La Habana. Realizó en México una Maestría en Historia y recibió un Doctorado en Ciencias Históricas de la Academia de Ciencias de Cuba, como reconocimiento a su alto aporte a la cultura. Fue miembro fundador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sâo Paulo (1988); y de la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe, en México (1979).

Moreno Fraginals fue profesor en el Instituto Superior del Arte de Cuba y en la Universidad Central de Las Villas, donde fundó el Centro de Estudios del Caribe. Allí llevó a cabo una investigación sobre la primera zafra realizada bajo control del estado. Los resultados de esa investigación provocaron un grave conflicto político al ponerse de relieve la falsedad de alguna de las cifras estadísticas publicadas oficialmente.

En Inglaterra, Moreno Fraginals fue profesor invitado del Saint Anthony College y de la Universidad de Oxford.  Dictó cursos en la Universidad de Uppsala, Suecia; la Universidad Nacional Autónoma de México; la Universidad de Mona, Kingston, Jamaica; y la Universidad Central de Caracas. También enseñó en la Universidad Nacional de Colombia; la Universidad de Pittsburgh; la Universidad de Yale; el Columbia University de Nueva York; la Universidad de Santo Domingo; y la Universidad de Ibadán, Nigeria. En España, dictó cursos en la Universidad de Sevilla, Universidad Menéndez Pelayo en Santander, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Complutense de Madrid. Además, fue profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Su relación con Puerto Rico se hizo más estrecha cuando, en 1975, fue designado por el Fideicomiso de Conservación, para asesorar la reconstrucción de la hacienda azucarera “La Esperanza”; reconstruida y declarada monumento histórico por el Smithsonian Institute.

Compartió el trabajo académico con actividades económicas y publicitarias. En Venezuela, fue gerente de la Cervecería Caracas. Fundó y dirigió programas radiales que se transmitieron por emisoras venezolanas, colombianas y ecuatorianas. Colaboró para periódicos y revistas venezolanas. Fue dueño de la emisora Radio Junín en San Cristóbal del Táchira y fundó la agencia publicitaria Los Molinos.

Entre sus publicaciones se encuentran: Nación o Plantación (1948); Agustín de Iturbide: Caudillo (1950); Misiones cubanas en los archivos europeos (1953); José Antonio Saco, Estudio y Bibliografía (1962); La Habana (1963); El Ingenio: Complejo Socioeconómico Cubano (1964); África en América Latina.  Traducida al inglés y al francés (1974); El token azucarero (1974); Between Slavery and Free Labor (1982); La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones (1984); Cuba a través de su moneda (1985); Plantations in the Caribbean: Cuba, Puerto Rico and the Dominican Republic in the late Nineteenth Century (1986); Guerra, Migración y Muerte: el ejército español como vía migratoria (1993); Cuba/España, España/Cuba (1995). Moreno Fraginals también colaboró en las siguientes publicaciones de la UNESCO: Historia de la Cultura Árabe en América Latina; Historia del Caribe; Historia de América Latina (tomos VI y VIII). Publicó más de 100 artículos en revistas especializadas de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Venezuela, México, España, Francia, Italia, la antigua Unión Soviética, Suecia y Holanda. A su muerte, en mayo de 2001, dejó inconcluso un proyecto sobre fuentes fundamentales de la Historia de Cuba, encomendado por la “Fundación Histórica Tavera” de Madrid, España.

Bibliografía

De la Fuente, Alejandro. Manuel Moreno Fraginals: In Memorian. American Historical Association, octubre, 2001. https://www.historians.org/Perspectives/Issues/2001/0110/ 0110inm1.cfm?pv=y.

García, Gervasio Luis. Historia crítica, historia sin coartadas: Algunos problemas de la historia de Puerto Rico. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1985.

Moreno Fraginals, Manuel. El ingenio: Complejo económico social cubano del azúcar. Barcelona: Crítica, 2001.

Pacheco, Roberto y Jesse Hingson. “Arroz con mango: An Interview with Professor Manuel Moreno Fraginals”, en Atlantic Millennium, Department of History Graduate Student Association, Florida International University, 1997. http://www.fiu.edu/~hisgsa/ Moreno_interview.htm

The Manuel R. Moreno Fraginals Web Site. http://www.morenofraginals.com

Notas

[1] Gervasio Luis García, Historia crítica, historia sin coartadas: Algunos problemas de la historia de Puerto Rico (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1985), 40-63.

[2] Manuel Moreno Fraginals, El ingenio: Complejo económico social cubano del azúcar (Barcelona: Crítica, 2001), “Palabras iniciales”, 1.

[3] Ibíd., 86.

[4] Ibíd., 297.

[5] Ibíd., 505.