El presente ensayo es un breve análisis historiográfico de la Historia de Indias de Fray Bartolomé de las Casas. El autor comienza su obra explicando la forma y organización en que están escritas sus crónicas: seis partes que contienen la historia de casi sesenta años, divididos por décadas. Sin embargo, la crónica nunca se completó y llegó tan solo hasta 1520.[1] Los primeros cinco capítulos del primer libro sirven a manera de génesis de su historia. Narra el origen del universo y la tierra, establece que los habitantes de las Indias también son parte de la Creación Divina y que su descubrimiento fue obra de Dios. Así Las Casas sienta las bases para los señalamientos de justicia indiana que expondrá más adelante en su obra.
Procede el autor a presentar teorías filosóficas antiguas que establecían la existencia de esas tierras, cómo Cristóbal Colón tuvo conocimiento de ellas y cómo logró el apoyo de los Reyes de España para su propuesta. Narra el primer viaje de Colón y el descubrimiento de nuevas tierras y gentes.[2] Continúa el relato del segundo viaje, el descubrimiento de Puerto Rico, los abusos cometidos contra los indios y el regreso a Sevilla.[3] Asimismo, explica las concesiones dadas por los Reyes a Colón y los detalles de su tercer viaje.[4]
El segundo libro narra el apresamiento de Colón y su partida desde las Indias hacia España, las quejas del Almirante hacia los Reyes, la restitución de sus bienes y escrituras y los preparativos para su cuarto viaje. Las Casas concluye la historia del Almirante con su muerte sin hallar justicia a sus promesas. El autor desarrolla su papel de defensor, al describir los abusos de los conquistadores hacia los indios y la mansedumbre y obediencia de los últimos:
“…no sólo los mataban sin algún escrúpulo ni pensar que en ello pecaban, pero usando perversamente de la paciencia, simplicidad, natural bondad, obediencia, mansedumbre y servicios destas gentes, tan continuos e incesables, en lugar de admirarse, apiadarse y confundirse y templar sus crueldades, menospreciáronlas y apocáronlas en tanto grado, que de bestias irracionales, en cuanto en sí fue, por todo el mundo las infamaron, y así fueron causa que se pusiese duda por los que no los habían visto, si eran hombres o animales.”[5]
Continúan los relatos de la conquista de las Indias donde destaca las guerras entre indios y españoles en San Juan, Jamaica y Tierra Firme, así como la solicitud al Rey de repartimiento perpetuo de los indios.[6] Las Casas presenta el tema de la esclavitud de los indios y expone las crueldades cometidas en su contra por los españoles. Asegura que esas obras “extrañas de toda naturaleza humana” se perpetraban en muchos lugares de las Indias:
“Holgábanse por extraña manera en hacer crueldades, unos más crueles que otros en derramar con nuevas y diversas maneras sangre humana. Hacían una horca luenga y baja, que las puntas de los pies llegasen al suelo, por que no se ahogasen, y ahorcaban 13 juntos, en honor y reverencia de Cristo, Nuestro Redentor, y de sus doce Apóstoles; y así, ahorcados y vivos, probaban en ellos sus brazos y sus espadas. Abríanlos de un revés por los pechos, descubríanles las entrañas; otros hacían de otras maneras estas hazañas. Después de así desgarrados, aún vivos, poníanles fuego y quemábanlos.”[7]
En adelante, la Historia de Indias se vuelve cada vez más autobiográfica con el protagonismo que ejerce su autor en la lucha para la liberación de los indios. Gran parte de los datos mencionados y los sucesos narrados giran en torno a su figura como defensor de la causa indígena, ante los conquistadores, la Iglesia y la Corona. En el tercer libro se presentan muchos de sus argumentos de defensa. Por ejemplo, Las Casas niega la práctica de sacrificios humanos y de canibalismo por parte de los indios. Dice que esas aseveraciones son infamias de los españoles, y que la fuente de información de donde salen tiene poco conocimiento al respecto:
“Esto de sacrificar hombres y comerlos, como dice Gómara, yo creo que no es verdad, porque siempre oí que en aquel reino de Yucatán ni hobo sacrificios de hombres, ni se supo qué cosa era comer carne humana, [y decirlo Gómara, como ni lo vido ni lo oyó sino de boca de Cortés, su amo y que le daba de comer, tiene poca autoridad, como sea en su favor y en excusa de sus maldades], sino que esto es lenguaje de los españoles y de los que escriben sus horribles hazañas, infamar todas estas universas naciones para excusar las violencias, crueldades, robos y matanzas que les han hecho, y cada día hoy lo hacen…”[8]
Las Casas resume los males que han azotado a los indios a causa de los españoles. Estos son las matanzas de las guerras, la cruel servidumbre y cautiverio de la vida, la falta de salud de cuerpo y alma, la muerte en manos de quienes debieron darles mejor vida y la ausencia de evangelización, pues a muchos se les dio el bautismo, pero sin conocimiento de su significado.[9]
Hay quienes alaban la gesta de Bartolomé de las Casas, y elevan su vida a un plano casi de santidad.[10] Otros juzgan su defensa a los naturales, no como amor al indio, sino como aborrecimiento a los españoles. Menéndez Pidal lo critica señalando que entre las miles de páginas que escribió, no refiere ni un solo acto de caridad o cordialidad hacia un indio y que incluso se acusa a sí mismo por haber sido encomendero y haber tenido indios a su cargo para trabajar en minas.[11] Se dice que fue “el cerebro” detrás la esclavitud africana en América porque, para 1517, patrocinó la introducción de esclavos negros con el objetivo de salvar a los indios. Sin embargo, la esclavitud negra ya existía en las Indias desde 1501.[12] Ese sigue siendo su punto vulnerable, aunque se subraye el mérito de su arrepentimiento en una época en que teólogos y pensadores toleraban esa injusticia.[13]
Mucho se ha escrito de la obra de Las Casas, pero hay que continuar el estudio de su legado histórico para poder separar la verdad del mito. Lo más importante es alcanzar el sentido crítico y la imparcialidad de análisis que su trabajo merece.
Datos biográficos de Fray Bartolomé de las Casas
Fray Bartolomé de las Casas nació en Sevilla en 1484. El año de nacimiento estuvo en discusión durante varios siglos, pues otros estudiosos lo situaban en 1474. Hijo del matrimonio entre Pedro de las Casas e Isabel de Sosa, Las Casas cursó humanidades y adquirió un notable dominio del latín eclesiástico.[14] De niño pudo presenciar el regreso de Colón de su primer viaje a las Indias. Su padre acompañó a Colón en su segundo viaje. En 1502, Bartolomé de las Casas viajó a las Indias junto a Nicolás de Ovando. Son muchas las biografías que narran su conversión hacia la causas de los indios tras la lectura del libro de Eclesiastés, cap. 34, pasaje donde se habla de la ofrenda inocua. El clérigo renunció inmediatamente a su encomienda de indios y abrazó la causa indigenista. Sin embargo, hay quienes establecen que dicha conversión fue a lo humano, no a lo divino, pues no le retiró de su vida secular.[15]
Las Casas tuvo la particularidad de vivir entre dos mundos, Europa y América, y entre dos épocas, la medieval y la moderna, pero no por ello su pensamiento se puede clasificar como típicamente medieval o renacentista.[16] Se le considera el más notorio representante de la corriente indigenista española, movimiento intelectual desarrollado entre los siglos XVI al XVII, llamado también pensamiento criticista. Fue gestor y guía del movimiento y, a su vez, expresión y resultado del mismo. Entre sus tratados, se destaca la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, el De Thesaurus y el de las Doce dudas. También escribió la Apologética historia sumaria.[17]
Pese a su preocupación por los indios, se dice que nunca llegó a ser experto en el tema y tampoco dominó ninguna de sus lenguas. Sin embargo, como cronista ha sido considerado como el primer antropólogo de América. Por su insistencia en comparar los datos de los indios con los de otros pueblos se le conoce como uno de los primeros representantes de la antropología cultural comparativa.[18]
En 1559, casi siete años antes de morir, dejó su Historia de las Indias al colegio de San Gregorio de Valladolid junto con instrucciones de no publicar el trabajo hasta cuarenta años después de 1560. Ello “si vieren que conviene para el bien de los indios y de España, la pueden mandar a imprimir para la gloria de Dios y manifestación de la verdad, principalmente”.[19]
Bibliografía
Alcina Franch, José, editor. Bartolomé de las Casas: obra indigenista. Madrid, España: Alianza Editorial, 1992.
Bataillon, Marcel y André Saint-Lu. El Padre las Casas y la defensa de los indios, traducido por Javier Alfaya y Bárbara McShane. Barcelona, España: Ariel, 1976.
Casas, Bartolomé de las. Historia de las Indias, editado por Guillermo Piña Contreras. Florida, EU: Ediciones del Continente, 1985. Vol. I y III.
Casas, Bartolomé de las. Historia de las Indias, editado por André Saint-Lu. Caracas, Venezuela, Ayacucho, 1986. Vol. II.
Galmés, Lorenzo. Bartolomé de las Casas: Defensor de los derechos humanos. Madrid, España: Editorial Católica, 1982.
García, Gervasio Luis. Armar la historia: La tesis en la región menos transparente y otros ensayos, 2da edición. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2003.
Instituto de Cooperación Hispánica. En el quinto centenario de Bartolomé de Las Casas. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1986.
Menéndez Pidal, Ramón. El Padre las Casas: Su doble personalidad. Madrid, España: Espasa-Calpe, 1963.
Pérez Fernández, Isacio. Fray Bartolomé de las Casas. Burgos, España, Editorial OPE, 1984.
Salas, Alberto M. Tres cronistas de Indias, 2da edición, corregida y aumentada. México: Fondo de Cultura Económica, 1986.
Notas
[1] Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, editado por Guillermo Piña Contreras. (Florida, EU: Ediciones del Continente, 1985), Vol. I; 3-12.
[2] Ibíd. Caps. 6-80; 39-343.
[3] Ibíd. Caps. 81-111; 343-434.
[4] Ibíd. Caps. 112-130; 434-500.
[5] Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, editado por André Saint-Lu. (Caracas, Venezuela: Ayacucho, 1986), Vol. II, Cap. 1; 6-7.
[6] Ibíd. Caps. 52-68; 188-250.
[7] Ibíd. Cap. 17; 71.
[8] Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, editado por Guillermo Piña Contreras. (Florida, EU: Ediciones del Continente, 1985), Vol. III, Cap. 117; 231.
[9] Ibíd. Cap. 164; 400-401.
[10] Lorenzo Galmés, Bartolomé de las Casas: Defensor de los derechos humanos (Madrid, España: Editorial Católica, 1982), 224-226.
[11] Ramón Menéndez Pidal, El Padre las Casas: Su doble personalidad (Madrid, España: Espasa-Calpe, 1963), 323.
[12] Alberto M. Salas, Tres cronistas de Indias, 2da edición, corregida y aumentada, (México: Fondo de Cultura Económica, 1986), 190.
[13] Pedro Mir, “Vigencia de Las Casas en el pensamiento americano”, en Instituto de Cooperación Hispánica. En el quinto centenario de Bartolomé de Las Casas (España: Cultura Hispánica, 1986), 49-50.
[14] Lorenzo Galmés, Óp. Cit., 18-20.
[15] Marcel Bataillon y André Saint-Lu, El Padre las Casas y la defensa de los indios, traducido por Javier Alfaya y Bárbara McShane (Barcelona, España: Ariel), 1976; 8-10.
[16] Isacio Pérez Fernández, Fray Bartolomé de las Casas (España: Editorial OPE, 1984), 20, 61-63.
[17] José Alcina Franch, editor, Bartolomé de las Casas: obra indigenista (España: Alianza Editorial, 1992) 27-29.
[18] Juha Pekka Helminen, “Bartolomé de las Casas en la historia”, en Instituto de Cooperación Hispánica. Óp. Cit., 61-62.
[19] Galmés, Óp. Cit., 208.