Historias armadas: Análisis comparativo

La obra Armar la historia: La tesis en la región menos transparente y otros ensayos, se presenta al lector como un manual de metodología de investigación histórica. El libro ha sido –y sigue siendo– utilizado como texto en varias universidades del país. Su autor, el historiador Gervasio L. García, es considerado una autoridad académica en la Universidad de Puerto Rico y otras instituciones educativas. Por tal razón, la obra fue respaldada por el Decanato Académico de la primera institución de educación superior de la Isla. Sin embargo, como toda tarea humana, Armar la historia no es una obra perfecta y su enfoque y sugerencias no necesariamente llevan al estudiante a “dominar y aplicar el análisis crítico”,[1] pues más allá del conocimiento de la metodología, el investigador debe tener en cuenta la teoría histórica que enmarca su objeto de estudio. En este breve ensayo se analizan críticamente los planteamientos principales de Gervasio García en su obra, y se compararan y contrastan con los planteamientos que el historiador Juan Manuel Delgado realiza en un artículo, una ponencia, un foro-taller y en sus conferencias en el curso Metodología para la Investigación Histórica.

En la introducción, Gervasio García reconoce que “el pasado pesa sobre el presente” y por eso hay que entenderlo. Procede a enumerar a los primeros puertorriqueños que se interesaron en estudiar nuestra historia (José Julián Acosta, Salvador Brau, Cayetano Coll y Toste, Tomás Blanco, Lidio Cruz Monclova, Bolívar Pagán y Antonio S. Pedreira) y resalta sus verdaderas profesiones: científicos, abogados, editores, literatos. García acepta la aportación de estos aficionados en los tiempos en que la historia no era estudiada en programas autónomos en universidades del Caribe y sobre ellos destaca que:

“Sin títulos de historiadores pero con sólidas conciencias y formaciones históricas, típicas del ambiente intelectual de la época, y sumergidos la mayor parte de ellos en la historia viva de las luchas políticas del país, contribuyeron significativamente al conocimiento de nuestro pasado.” [2]

Resulta interesante cómo García subraya que estos puertorriqueños aunque tenían conciencia histórica, no contaban con títulos de historiadores, o sea, que no eran historiadores “profesionales” y que, además, estaban sumergidos “en la historia viva de las luchas políticas del país”, pero hicieron su aportación. Al analizar este pasaje, parece que el autor plantea –entre líneas– que hoy en día no se puede escribir historia si no contamos con un diploma, y que si queremos ser historiadores “profesionales” tampoco podemos participar activamente en la realidad de nuestro presente, en la historia de nuestro propio tiempo. Esta perspectiva de García del historiador como investigador del pasado que no se involucra con su presente contrasta en gran medida con la visión del historiador Juan Manuel Delgado Colón cuando asegura que “la historia es un eterno presente”.[3] En cuanto al tema de nuestros historiadores durante el siglo XIX, Delgado Colón señala que:

“La historiografía puertorriqueña, producida como conciencia separada de la intelectualidad metropolitana, se inauguró un cuarto de siglo más tarde. Sus primeros pasos se dieron con la publicación de la Biblioteca Histórica de Puerto Rico, publicada en 1854. Como podemos apreciar, la llamada historiografía puertorriqueña, en el contexto nacional, apenas tiene siglo y medio. Antes de esa fecha, las versiones sobre hechos e interpretaciones históricas, las realizaba el conquistador con todas las implicaciones ideológicas que dicha práctica tenía.” [4]

En contraste con García, Delgado Colón no critica la falta de un título en historia en nuestros primeros historiadores, ni su participación activa en la lucha política del país. Al contrario, Delgado Colón resalta el trabajo de muchos periodistas, intelectuales, abogados, políticos o revolucionarios que –sin contar con estudios formales o títulos en Historia– aportaron grandemente al desarrollo de una historia contestataria a la historia oficial de Puerto Rico. En ese grupo destaca a Luis Muñoz Rivera, Luis Llorens Torres, Paulino Castro, Juan Antonio Corretjer y Pedro Albizu Campos, historiadores y, a su vez, participantes activos de la historia de su tiempo.

García dice que el historiador debe contar con: “un problema relevante; una hipótesis rectora; una teoría poderosa; fuentes apropiadas, abundantes, asequibles; y pasión por el tema”.[5] Asimismo, el autor establece un decálogo para el historiador. La brevedad de este ensayo no permite detenerse en dicha lista, pero en adelante se señalan algunos puntos interesantes. García recomienda que no se escriba solo para los miembros del gremio, pues “lo complejo no tiene que ser complicado”.[6] Definitivamente, este enunciado aplica no solo a la historia, sino a toda disciplina académica.

García también sugiere que se reconozca la aportación de las “autoridades”, pero no recostarse de ellas. Esta aseveración coincide con Delgado, quien asegura que “todo historiador debe respetar la autoridad, pero también debe cuestionarla”.[7] Hay que tener en cuenta que las “autoridades” no necesariamente reflejan objetividad de criterio, pues muchas de ellas están respaldadas por la oficialidad del Estado que tiende a la censura y manipulación. La “autoridad” también puede llegar a autocensurarse para continuar recibiendo apoyo oficial.[8] Delgado expone que hay que tener claro que:

“Los pueblos coloniales van construyendo la historia mediante los códigos, categorías y límites que le impone el colonizador. Y en ese proceso ideológico algunos colonos cooperan con el discurso que impone el que pretende dominar. El coloniaje es tan devastador que aún entre los que fungen como portavoces de la liberación se escuchan voces idénticas a las de sus amos. Son las voces de los esclavos ladinos disfrazados de libertadores. Son los cachacos, como diría el jíbaro, muy adheridos a las mamas del presupuesto colonial y su vida de burguesitos privilegiados. El colonialismo es así.” [9]

Delgado también exhorta a estar conscientes de la realidad, de “las fuerzas invisibles que afectan una investigación”.[10] En el caso de Puerto Rico, la historiografía es colonial, pues “…la historia oficial la escriben los que vencen en el campo de la guerra, la escriben los que dominan y ostentan el poder del estado.” [11]

Retomando el análisis, Gervasio García exhorta a que no rehuir a la revisión de lo “sagrado”. Aunque el autor no explica a qué se refiere con lo “sagrado”, se entiende que en ese espacio se puede colocar la versión respaldada por la historia oficial –y colonial– de Puerto Rico. Delgado Colón coincide al señalar:

“…como toda contradicción, siempre tiene las expresiones en acciones y narraciones que le son contestatarias. Y con ese cuadro, siempre de entrada, nos corresponde en este día intentar combatir esa historia oficial que siempre ha condenado, desvalorizado o subestimado nuestras gestas libertarias.” [12]

Delgado Colón asegura que si se recogen piezas oficiales, o sea, si se utilizan las mismas fuentes oficiales, “solo obtendremos la historia oficial”.[13] La resistencia a creer y apoyar la historia oficial es la que obliga a reinterpretarla, lo que Delgado establece es la “antesala a reeditarla”.[14] Por tal razón, se debe valorar la importancia de la historia oral en el desarrollo de la historia contestataria.

“Cuando examinamos la historia de la historiografía puertorriqueña podemos identificar y valorar la importancia que tuvo la historia oral en la investigación y redacción de historias municipales. Aunque los investigadores no pretendían escribir historias contestatarias, en cada obra salían a relucir temas tradicionalmente censurados, políticamente ignorados o socialmente maltratados.” [15]

Esa historia contestataria no es otra que aquella que toma en cuenta a “los sectores que han sufrido en carne propia los estragos” de la llamada civilización, de los colonizadores.[16] La historia contestataria es la que desentierra a “los olvidados”, a aquellos cuya verdadera historia ha sido “silenciada” y “censurada”.[17]

Gervasio García destaca que para estudiar la historia de Puerto Rico se debe tomar en cuenta la situación política, social y económica de la Isla. Dice el autor que no se puede olvidar que Puerto Rico es parte de la economía estadounidense, que es un país subsidiado con un alto nivel de pobreza y endeudamiento, con constantes fluctuaciones migratorias de su población y que es pieza importante en los intereses políticos y militares de Estados Unidos.[18] Todos estos puntos destacados por el autor son parte del interés investigativo que desató la Nueva Historia, cuya aportación a la historiografía puertorriqueña, según Delgado Colón, ha sido enorme. Sin embargo:

“La materia prima de sus investigaciones eran las fuentes de los archivos. A pesar de que su trabajo de investigación era reivindicativo, sobre todo porque lograron introducir al escenario histórico amplios sectores del pueblo, la inmensa mayoría no concebía la idea de que el propio pueblo narrase su historia. La Academia, en términos generales, rechazaba el uso de la historia oral como fuente de investigación. Esa idea todavía se mantiene entre muchos miembros de la comunidad universitaria a pesar del reconocimiento que ha tenido la historia oral en las últimas tres décadas.” [19]

En este punto sobre la aceptación y utilización de la historia oral como fuente primaria de investigación, se debe subrayar que Gervasio García reconoce su importancia y hace referencia a la misma cuando menciona que:

“Las entrevistas a los testigos de los procesos investigados pueden ser ricas fuentes de investigación que el historiador confrontará con datos de otras procedencias y con el mismo rigor crítico que aplica a los documentos escritos.”[20]

Sin embargo, García no da mucha luz sobre la clasificación de fuentes de la historia oral, ni sobre métodos para su recopilación. Por su parte, Delgado plantea que la historia oral puede ofrecer versiones en dos niveles: en la narración de los hechos y en el análisis de los mismos. Asimismo, explica que en la historia oral también hay fuentes primarias (testigos presenciales, los que vieron y escucharon) y secundarias (narraciones basadas en lo que otro les contó).[21]

Se puede concluir que Armar la historia es un manual que sirve de guía para la realización de investigaciones históricas en cuanto a los aspectos técnicos se refiere. Sin embargo, se debe tener presente que la obra carece de profundidad en cuanto a la teoría, lo que obliga a utilizar otras fuentes de información como apoyo. La metodología no surge de la nada, sino que está relacionada con la historiografía. El método debe estar íntimamente ligado al carácter filosófico de la investigación. También se deberá tener en consideración el problema de la conceptualización, tanto en el marco teórico, como en el lenguaje histórico.[22] Se han de tomar en cuenta las ciencias auxiliares de la historia, como lo son la economía, biología, arqueología, antropología, lingüística, paleografía, entre otras. Por último, no se debe olvidar que “para armar la historia, primero hay que desarmarla, revisarla y cuestionarla”.[23]

Bibliografía

Delgado Colón, Juan Manuel. El caso colonial de Puerto Rico: La Historia oral como historia contestataria de la historia oficial. Ponencia presentada en el Tercer Encuentro Internacional de Historia Oral “Rescatando la Memoria de Nuestros Pueblos” en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), 16-21 de febrero de 2009.

Delgado Colón, Juan Manuel. “En el 50 aniversario del Ataque al Congreso: Loa a los Héroes y Mártires de la Nación Puertorriqueña”, Periódico Claridad, marzo 2004.

Delgado Colón, Juan Manuel. “Exposición”, en Jalil Sued Badillo y Juan Manuel Delgado. Foro-Taller ¿500 años de Encuentro o Resistencia? Cayey, Puerto Rico: Taller de Educación Alternativa, Comité de Acción Social Ecuménico Puertorriqueño, Universidad de Puerto Rico, 24 de noviembre de 1990.

Delgado Colón, Juan Manuel. Notas del curso de Metodología para la Investigación Histórica. 6 de noviembre de 2010 al 5 de febrero de 2011.

García Rodríguez, Gervasio Luis. Armar la historia: La tesis en la región menos transparente y otros ensayos. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989.

Notas

[1] Gervasio L. García Rodríguez, Armar la historia: La tesis en la región menos transparente y otros ensayos (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989), 15.

[2] Ibíd., 13. (Énfasis añadido.)

[3] Juan Manuel Delgado Colón, “En el 50 aniversario del Ataque al Congreso: Loa a los Héroes y Mártires de la Nación Puertorriqueña”, Claridad, marzo 2004, 2.

[4] Juan Manuel Delgado Colón, El caso colonial de Puerto Rico: La Historia oral como historia contestataria de la historia oficial. Ponencia presentada en el Tercer Encuentro Internacional de Historia Oral “Rescatando la Memoria de Nuestros Pueblos” en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), 16-21 de febrero de 2009, 2.

[5] García Rodríguez, Óp. Cit., 14-15.

[6] Ibíd., 16.

[7] Juan Manuel Delgado Colón, Notas del curso de Metodología para la Investigación Histórica, 13 de noviembre de 2010.

[8] Ibíd, 29 de enero de 2011.

[9] Delgado Colón, “En el 50 aniversario…”, 1.

[10] Delgado Colón, Notas del curso de Metodología..., 29 de enero de 2011.

[11] Juan Manuel Delgado Colón, “Exposición”, en Jalil Sued Badillo y Juan Manuel Delgado, Foro-Taller ¿500 años de Encuentro o Resistencia? (Cayey, Puerto Rico: Taller de Educación Alternativa, Comité de Acción Social Ecuménico Puertorriqueño, UPR, 24 de noviembre de 1990), 14.

[12] Delgado Colón, “En el 50 aniversario…”, 1.

[13] Delgado Colón, Notas del curso de Metodología..., 22 de enero de 2011.

[14] Delgado Colón, “Exposición”, en ¿500 años de Encuentro o Resistencia?, 14.

[15] Delgado Colón, El caso colonial de Puerto Rico: La Historia oral..., 5.

[16] Delgado Colón, “Exposición”, en ¿500 años de Encuentro o Resistencia?, 15.

[17] Ibíd., 19.

[18] García Rodríguez, Óp. Cit., 29-35.

[19] Delgado Colón, El caso colonial de Puerto Rico: La Historia oral..., 6-7.

[20] García Rodríguez, Óp. Cit., 55.

[21] Delgado Colón, Notas del curso de Metodología..., 29 de enero de 2011.

[22] Ibíd., 15 y 22 de enero de 2011.

[23] Ibíd., 22 de enero de 2011.