
En las carpetas, el derecho a la libre expresión es violentado constantemente. La Policía grababa en cintas magnetofónicas los discursos de los oradores invitados a manifestaciones políticas, obreras o estudiantiles. La fotografía era otra herramienta de carpeteo; en las carpetas abundan fotos de actividades de grupos independentistas.
Los agentes asignados a cubrir una actividad también tomaban nota de las expresiones verbales del público, tanto las frases enunciadas por individuos, como los estribillos recitados a coro por el colectivo. De igual manera, en los informes policiacos se anotaban las frases y citas escritas en los cartelones que portaban los manifestantes durante protestas y marchas.
En fin, el carpeteo fue –a todas luces– una forma de criminalizar la afirmación del ideal de independencia.
[NOTA: La información anterior está basada en un fragmento del libro Prohibido cantar: Canciones carpeteadas y artistas subversivos en Puerto Rico.]