«Fuego, fuego, los yanquis quieren fuego»

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El Negociado Federal de Investigaciones (FBI) estaba al tanto de manifestaciones y protestas estudiantiles realizadas dentro del campus de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Como parte de sus informes, se incluía una transcripción de los discursos pronunciados y las expresiones y acciones de líderes, seguidores y público en general.

El 9 de octubre de 1969, durante una manifestación en la UPR, los participantes comenzaron a corear diversos estribillos. Entre estos, se destacaba la frase: “Fuego, fuego, los yanquis quieren fuego”. Un informe del FBI incluido en la carpeta de la Liga Socialista Puertorriqueña (#SJ-105-6921) hace referencia a esta expresión colectiva y la registra en inglés: “Fire, fire, the Yankees want fire”.

La frase venía utilizándose hacía ya un tiempo en diversas protestas, pues otros informes del FBI y de la Policía de PR hacen referencia a la misma. Se dice que el poeta Juan Antonio Corretjer, fundador y líder de la Liga Socialista, solía usar esa expresión. Asimismo, el cantautor puertorriqueño Roy Brown acuñó esta frase y la utilizó como coro final en su canción Monón.

El informe del FBI indica que los participantes repitieron (repeated) la frase en cuestión, sin embargo, no se especifica si estaban cantándola o recitándola. Por tal razón, no se puede asegurar que el informe se refiera específicamente a la canción de Roy Brown. De todos modos, les incluyo al final de este relato la letra de la canción Monón y un video para que los lectores que no la conozcan puedan apreciar su contenido.

[NOTA: La información anterior está basada en un fragmento del libro PROHIBIDO CANTAR, canciones carpeteadas y artistas subversivos en Puerto Rico.]

 Monón (Roy Brown, disco «Yo protesto», 1969)

El señor don Jiménez, ah, vio cuando nació Monón en el baño de un bar, al fin de un callejón, y contó: “Monón, eres hombre sin par, eres hombre de Dios, fruto del mal”.

 El ladrón que cruza los mares, ah, vio como creció Monón en medio del cañaveral, pedía y que perdón por cantar: “Monón, eres libre como el viento. Si me canso me siento, si quiero me voy, adiós”.

 El señor –que dijo ser tesorero– agarró al pobre de Monón,  le dijo que era su deber, lo puso en un avión y gritó: “Monón, eres hombre del destino, eres aquel que vino al mundo a salvar, a llorar”.

Es un hombre y son muchos, sacerdotes del sueño que le cantan a un mundo que yace gimiendo, y se espantan los niños, pues el hombre del destino –aquel que nunca vino– anda tirando bombas, anda cavando tumbas con sus fuerzas electrónicas, con sus mentes nucleares…

 Cavan un pozo en Lares, sueltan bombas en Vietnam, tiran bombas en Nigeria, cavan tumbas en Siberia, y los niños espantados, y los hombres moribundos sufriendo en silencio, y el indio de los Andes, y el indio de Hidalgo esperando por algo, pues el hombre del destino –aquel que nunca vino– camina con la ciencia, y un joven en penitencia grita, indignado: ¡Fuego, fuego, fuego, el mundo está en llamas! ¡Fuego, fuego, los yanquis quieren fuego!