El arte como representación de la historia: Alegoría de la Batalla de Lepanto

En este breve ensayo se analiza la pintura Alegoría de la Batalla de Lepanto, de Paolo Cagliari, “El Veronés”. Para ello se investiga el evento histórico y se indaga sobre los datos biográficos del artista. Finalmente se realiza un estudio de la obra artística y su comparación y contraste con los hechos, ello con el objetivo de conocer cómo el arte representa la historia. Al final del ensayo, adjunto una presentación visual del material discutido.

Sobre el evento histórico ocurrido en Lepanto

La Batalla de Lepanto fue un combate naval que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto, entre el Peloponeso y Epiro, en la Grecia continental. En él se enfrentaron turcos otomanos contra cristianos. Los turcos habían iniciado una expansión atacando varios puertos venecianos del Mediterráneo Oriental. Venecia había pedido ayuda a las potencias cristianas. El Papa Pío V les respondió y convenció al Rey de España a formar una armada –la Liga Santa– integrada por España, Venecia y los Estados Pontificios.[1]

Se acordó en la Liga Santa que atacarían a Turquía y a las plazas turcas del norte de África. La armada estaría formada por 200 galeras, 100 naves, 50,000 infantes y 4,500 jinetes. España sufragaría tres sextos de los gastos, Venecia dos sextos y la Santa Sede la sexta parte restante. El generalísimo de la liga sería Juan de Austria, hermano del Rey español Felipe II. Cada nación aportaría un Capitán General; ninguna de las partes podría ajustar tregua ni paz con el enemigo sin participación y acuerdo de las otras dos; por último, el generalísimo no llevaría estandarte propio ni de su nación, sino el especial de la Liga, diseñado por el Papa y en el que aparecían los símbolos de las tres naciones. Una vez aprobado el tratado, el Papa intentó –sin éxito– que se unieran al mismo Portugal, Francia y Austria.

Don Juan de Austria era secundado en la armada española por Álvaro de Bazán, Luis de Requeséns y Juan Andrea Doria. La veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y la pontificia por Marco Antonio Colonna. Entre todos reunían más de 200 galeras, 6 galeazas y otras naves auxiliares. Las galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera. Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o gente condenada, por cualquier delito, a ese duro trabajo. Las piezas artilleras de toda la escuadra eran 1,250. La flota se dividió en cuatro cuerpos organizados en forma de águila.

La escuadra turca, al mando de Alí Bajá (señor de Argel y gran marino a las órdenes del sultán turco Selim II), contaba con 260 galeras y 80 mil hombres. Al igual que la flota cristiana, los turcos estaban divididos en cuatro batallones, mas su formación era de media luna. El primer batallón estaba al mando de Mahomet Siroco, gobernador de Alejandría; el segundo era dirigido por Alí Bajá, general jefe; el tercero, por el corsario Cara Hodja (Kodja); y el cuarto, por Murat Dragut.

La batalla comenzó a las 7 de la mañana cuando las dos escuadras se divisaron. En el lado cristiano se dieron órdenes de pegarse a la costa todo lo que fuese posible para evitar que las galeras turcas los sobrepasaran o hicieran una maniobra envolvente. Las galeazas, fuertemente armadas y artilladas, estaban situadas una milla por delante de la formación cristiana. Los turcos tenían el viento en popa, pero cuando estaban aproximándose, cambió el viento, lo que les obligó a utilizar los remos. Las naves de ambos mandos literalmente chocaron entre sí y la batalla continuó cuerpo a cuerpo hasta la puesta del sol con base en escaramuzas entre galeras aisladas. Al anunciarse mal tiempo, don Juan ordenó reunirse y marchar con las presas al puerto de Petala. Varias galeras turcas vararon en la costa, y sus tripulaciones huyeron por tierra. Juan de Austria sufrió una herida en un pie. No obstante, los cristianos resultaron vencedores, salvándose solo 30 galeras turcas. Así se frenó el expansionismo turco por el Mediterráneo occidental.

Los venecianos fueron los primeros en celebrar la victoria en la Parroquia de San Marcos. El Papa Pío V celebró una liturgia por el suceso en la Iglesia de San Pedro. El 31 de octubre, la noticia del triunfo llegó a Madrid, donde celebraron una misa en la Iglesia de San Felipe y una procesión hacia la Iglesia de Santa María.[2]

En esta batalla participó Miguel de Cervantes, quien resultó herido y sufrió la pérdida de movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el sobrenombre de “el manco de Lepanto”. Según el autor de El Quijote, esa batalla fue “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.[3] La importancia del suceso fue de tal magnitud, que motivó la exaltación del poeta sevillano Fernando de Herrera, quien publicó en 1572 un poema por la victoria de Lepanto titulado Canción en ala bança de la Divina Magestad por la vitoria del señor Don Juan.[4] En los versos se exalta la gesta de la Santa Liga encabezada por Don Juan de Austria (el “príncipe cristiano”), lo que refleja la importancia del acontecimiento para la hegemonía del cristianismo en Europa. Un fragmento del poema dice así:

“Llorad, naves del mar, que es destruída toda vuestra sobervia y fortaleza: ¿quién ya tendrá de ti lástima alguna, tú que sigues la luna, Asia adúltera, en vicios sumergida? (…) El Señor que mostró su fuerte mano, por la fe de su príncipe cristiano y por el nombre santo de su gloria, a España le concede esta victoria.”[5]

Sobre el artista: Paolo Cagliari “El Veronés” (Verona, 1528-Venecia, 1588)

Paolo Cagliari, conocido como el Veronés, por su ciudad natal, fue considerado el gran decorador del manierismo veneciano.[6] Su padre, que trabajaba en una cantera, le enseñó a modelar el barro. Desde 1541, fue discípulo y ayudante de Antonio Badile, con cuya hija Elena contrajo matrimonio. A los 25 años viajó a Venecia, donde ganó un concurso de pintura, cuyo juez era Tiziano.[7] El Veronés se estableció definitivamente en dicha ciudad, donde desarrolló su arte y se convirtió en una de las figuras destacadas de la escuela veneciana. Su primer encargo representativo fue la decoración de la sacristía y los techos de la iglesia de San Sebastián.

En 1560 viajó a Roma para estudiar los techos de la Capilla Sixtina, creados por Miguel Ángel, cuya influencia se deja notar en las obras posteriores, como los frescos de la Villa Barbaro, en Máser. Esta colaboración entre el Veronés y Palladio influyó en la arquitectura de fondo de sus cuadros posteriores.[8] En sus cuadros aparecen columnas, arcos y escalinatas. A principios de 1570, la familia Cuccina le encargó una serie de cuadros sobre tema bíblico: La Virgen y la familia Cuccina, Adoración de los Reyes, Las bodas de Caná y Camino del Calvario, en los que representa un estilo renovado, profundizando en el color e incrementándose el claroscuro.

El Veronés aprendió de los grandes venecianos, Tintoretto y Tiziano, así como de los pintores de Emilia, como Parmigianino. Se le considera creador, junto con Tiziano, de un gusto suntuoso y colorista. El Veronés prefería los grandes formatos y su estilo se caracteriza por el lujo, la arquitectura monumental y el rico colorido, rasgos que lo hacen precursor del barroco. Su tratamiento del color se anticipa a la pintura francesa del siglo XIX. Prefiere los tonos fríos y claros: gris, plata y azul, y también hace mucho uso del amarillo.

Su temática es religiosa, pero representa las escenas bíblicas con el esplendor de las grandes fiestas venecianas. La multitud de personajes en trajes fastuosos se muestran entre pomposas arquitecturas. Estos alardes creativos chocaban frontalmente con la fidelidad histórica de los hechos bíblicos, lo que motivó las fricciones entre el artista y la Iglesia. De hecho, en 1573 el artista fue llevado ante el tribunal de la Inquisición, al entenderse que pintaba los temas religiosos con una excesiva libertad que rozaba la irreverencia. El Veronés argumentó en su defensa que añadía personajes, animales y otros elementos por exigencias creativas.

En cuanto a su técnica, usó un empaste ligero, lo que le permitía la realización de innumerables transparencias. Le interesaba la perfección del dibujo y se considera uno de los artistas más destacados de la escuela veneciana, aunque de un manierismo innegable. Su trascendencia en el estilo posterior permite clasificar su obra de prebarroca, en particular por la elegancia de la forma, su gusto por las atmósferas diáfanas y el sentido decorativo de la composición. El Veronés influyó en Rubens, Tiépolo y otros pintores del barroco.

El Veronés dejó cientos las obras entre las que se destacan: Cristo entre los doctores o Jesús disputando con los doctores (c1548); Bautismo de Cristo (1562); Madonna con santos (1562); Marte y Venus unidos por Amor (1565); La familia de Darío ante Alejandro (1565-1570); Moisés salvado de las aguas del Nilo (c1560-1575); Cena en casa de Levi o Comida en casa de Simón Fariseo (1573); y Desposorios místicos de Santa Catalina (1575).

Se destacan también sus “Alegorías del amor” (1575-1580), un ciclo de cuatro pinturas que incluyen La infidelidad; Venus y Adonis; y la Alegoría de la Virtud y el Vicio.  Otras obras son San Antonio predicando a los peces (c1580); Cristo en el Huerto de los Olivos (posterior a 1580); La Anunciación, obra encargada por Felipe II, que se cree fue terminada por ayudantes. Por último, los lienzos gigantescos del palacio Ducal de Venecia, que revelan al Veronés como el pintor de las glorias de esa ciudad.

Sobre la obra de arte: Alegoría de la Batalla de Lepanto

Veronés pintó tres cuadros inspirados en la batalla de Lepanto. Estos son la Virgen de Murano, creado en 1573 para la cofradía del Rosario; Sebastiano Venier da gracias al Salvador por la Batalla de Lepanto, pintado en 1578 a solicitud del dux Venier; y Alegoría de la Batalla de Lepanto, obra que estudiaremos en detalle.[9]

Verones_Batalla_Lepanto

La pintura Alegoría de la Batalla de Lepanto es un óleo sobre lienzo con un tamaño de 169 cm de alto por 137 cm de ancho. En la obra no aparece la firma del artista ni la fecha. Tradicionalmente, se adjudica su creación en 1571, sin embargo, en 1932, Berenson retrasó la fecha a 1578. La pintura estaba ubicada originalmente en la Iglesia San Pedro Mártir, en Murano. Hoy en día pertenece a la colección de las Galerías de la Academia en Venecia.[10]

La obra presenta dos escenas, una celestial y otra terrenal. En la primera escena, ubicada en parte superior del cuadro, aparece Venecia, representando la Fe, envuelta en un manto blanco, mientras es presentada ante la Virgen por los santos Pedro, Roque, Justina y Marcos. Los rodean ángeles; algunos cargan instrumentos musicales, como violines y violonchelos; otros sostienen flechas encendidas que van lanzando hacia abajo, en dirección a la batalla naval. Un halo de luz amarilla rodea a la Virgen; el resto del cielo está cubierto por nubes grises, tormentosas.

En la parte inferior de la obra se presenta el encuentro naval de Lepanto. Una multitud de embarcaciones se pierde en el horizonte. Al igual que se describe en la historia, embarcaciones de diversos tipos y tamaños, muchas de ellas con remos, chocan entre sí. Gran cantidad de hombres se aprecian luchando en la batalla, en la que el mal tiempo fue un factor determinante.

Presentación PowerPoint en el siguiente enlace:

 Alegoria-Batalla-Lepanto_Verones_Mayi-Marrero_Prohibido-cantar

Bibliografía

Barreda y Monge, Federico (Dr.), Editor: Teoría del arte. San Juan: Ed. CEI, 2010.

Caliari, Paolo. La obra pictórica completa de Veronés. Barcelona: Noger, 1976.

Checa Cremades, Fernando. Felipe II: mecenas de las artes. Madrid: Nerea, 1992.

Herrera, Fernando de. Poesías. Madrid: Espasa-Calpe, 1963.

Levey, Michael. A Concise History of Painting from Giotto to Cézanne. Nueva York: Oxford University Press, 1968.

March, José María. La batalla de Lepanto y Don Luis de Requeséns, lugarteniente general de la mar. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, Relaciones Culturales, 1944.

Riquer, Martín de, “Cervantes y el ‘Quijote’”, en Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Madrid: Real Academia Española/Alfaguara, 2004, págs. XLV-LXXV.

Yeo, Margaret. Don Juan de Austria. Madrid: Ediciones Castilla, 1962.

Notas

[1] Fernando Checa Cremades, Felipe II: Mecenas de las artes (Madrid: Nerea, 1992), 268.

[2] José María March, La batalla de Lepanto y Don Luis de Requeséns, lugarteniente general de la mar (Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, Relaciones Culturales, 1944), 14-15.

[3] Palabras de Miguel de Cervantes Saavedra en el “Prólogo” de la segunda parte de El Quijote, según citado en Martín de Riquer, “Cervantes y el Quijote”, en Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (Madrid: Real Academia Española/Alfaguara, 2004), XLVI.

[4] Fernando de Herrera, Poesías (Madrid: Espasa-Calpe, 1963), 1-16.

[5] Ibíd., 14-16.

[6] Michael Levey, A Concise History of Painting from Giotto to Cézanne (Nueva York: Oxford University Press, 1968), 142-146.

[7] Paolo Caliari, La obra pictórica completa de Veronés (Barcelona: Noger, 1976), 5-6.

[8] Ibíd., 7-8.

[9] Ibíd., 115 y 120.

[10] Ibíd., 112-113.